Desmontaje de Calabazín
por Antonio Quispe
A fines de 2014, en el marco del Ciclo Desmontajes organizado por AINCRIT, Antonio Quispe, de la Comisión Directiva de la asociación, se puso al hombro la charla con los creadores de Calabazín, espectáculo de títeres de Ivo Siffredi, con dirección de Adriana Sobrero. Se trató de un espectáculo de humor y poesía visual para todo público, “una experimentación con objetos, refugiados en el universo de las calabazas, que indaga en los conflictos cotidianos de nuestra experiencia contemporánea”, tal como expresaron sus creadores.
-Como miembro de la Aincrit y particularmente como titiritero, ha sido una estupenda experiencia ver esta obra. Con el proyecto Desmontajes intentamos hacer un acercamiento crítico a las obras, en el sentido de establecer criterios, de clarificar cómo los creadores llegan a sus obras, tener esa discusión sobre la creación en presencia de los creadores. Lo primero que quisiera pedirles a Ivo, el titiritero y creador de la propuesta, y a Adriana, la directora y co-creadora, es que nos cuenten sobre el armado de los personajes, que están hechos de calabazas.
Ivo Siffredi: El espectáculo está basado en las acciones, el movimiento. No tiene el texto tradicional. Este es el perfil que tiene la obra para poder tener una posibilidad más amplia de espectadores, y que no quede limitado a la palabra, tan difícil y desusada en estos tiempos. Los personajes son calabazas, o habitualmente llamados mates, de los que hay más de sesenta variedades. La propuesta fue, de algún modo, investigar el material, entonces empezamos a probar, adherirlo y sumar partes. Fundamentalmente es el juego de la investigación. El sentido de la calabaza es que se trata de un material muy noble, que se abre y permite hacer cualquier mecanismo… los titiriteros a veces nos demoramos mucho en la construcción, en este sentido es muy generoso el universo de las calabazas, por la resistencia y por la dureza que tienen. Pero también es muy simple lo que se propone: la mano desnuda intervenida con una calabaza. El juego parte de ahí.
-Claro, estamos más acostumbrados a ver personajes, títeres, armados de cuerpo entero, pero aquí vemos a un personaje que es en parte una mano y otra una calabaza, la mano incorpora un objeto y actúa en personaje…
Ivo Siffredi: Sobre la mano, la propuesta es, cuando tenemos puesta la mente en el objeto, en el títere, que es algo tan primitivo, no es televisión, no es wi-fi, no es la modernidad, sino volver a la esencia misma, a la mano desnuda. En definitiva esta obra tiene una técnica de títere de guante, que viene de los grandes maestros históricos, como Obratsov, es la síntesis mínima a la que se puede llegar, o desde donde se puede partir. Entonces don las distintas posturas de la mano o dónde recorto con mi muñeca, o el brazo, o en una parte del dedo.
-Es de destacar cómo a pesar de no tener un “muñeco” completo, todos podemos reconocer las emociones del personaje: expresividad, alegría, tristeza, voluntad, etc. Les pregunto: ¿cómo fue el proceso de creación de la obra?
Adriana Sobrero: Bueno, el proceso fue largo por la investigación de Ivo y su pasión por las calabazas. Tenía muchísimo material, cada vez venía con cosas nuevas, con cosas que iba descubriendo, o sea que había mucho material para seleccionar, y un poco lo que fuimos armando fue contar desde el comienzo hasta el final cómo el universo de la calabaza se transforma, se modifica, interviene la mano, y cómo esa transformación da lugar a esos pequeños números, o espacios, o pequeñas historias, que definían todo esto que Ivo desarrolló, toda esta investigación que realmente fue maravillosa, y que como directora era un placer, todo el tiempo, tener muchísimo material para analizar y para darle un sentido. Éste fue el sentido que destacamos, vieron que la primera escena, la primera historia, es cómo surge, sería como el génesis de la calabaza, hasta llegar a personajes más antropomórficos, así fue un poco cómo se organizó.
Ivo Siffredi: Mérito de la dirección, que es una decisión que uno tiene que tomar, y que a veces nos cuesta tanto delegarla en otra persona, fue fundamental, necesario y aliviador para el proceso entero. En este caso más aún porque es una obra solista, y no se puede, o hay que ser demasiado bueno, o muy genio para hacer todas las cosas al mismo tiempo, sea dirigir, sea actuar. En ese sentido fue una situación novedosa para mí, que estuvo fabulosa, que es poder confiar en una persona que dirija, que coordine todo lo que uno va proponiendo, porque realmente, a veces generar, investigar y desarrollar un montón de situaciones, pero al mismo tiempo tener la claridad de la esencia de lo que se ve, es esto de desdoblarse, ser el actor y ser el espectador es tremendamente difícil. A alguna gente le sale, y muy bien. En este caso para mí fue un honor poder haber delegado esa posibilidad, y además de que fue una dirección, la que hizo Adriana, de un proceso de más de seis años, lo que permitió, también desde la dirección, proponer, otras situaciones que, en un punto, excedían sólo a la dirección.
Adriana Sobrero: A veces es difícil darse tiempo para investigar y para buscar. A veces por la necesidad de trabajar, de sostener una familia, lo que todos hacemos todos los días, se nos hace difícil. Entonces este proyecto y este proceso a mí me pareció súper interesante porque pudo tomarse el tiempo necesario. Bueno, fue largo, pero fue ése, para la búsqueda, que a veces es más difícil, que acá no se hace tanto. Eso es muy valioso.
–(Público) ¿Ivo, partiste de lo que te generó la calabaza, la cosa estética de la calabaza, o de la idea en sí?
Ivo Siffredi: No estuvo claro desde el principio. En el proceso, con el correr del tiempo se fue clarificando la idea. Es lo fabuloso de los procesos de investigación. Uno arranca con una idea previa, un formato, una propuesta, que después empieza a practicar. Y por suerte, en esta investigación, en esta búsqueda, aparecen cosas muy novedosas, y uno hasta se puede sorprender de sus propias creaciones. En ese sentido el proceso tan largo permitió que vaya apuntando mucho esto de qué buscamos con la calabaza, qué buscamos con la mano, de si es un teatro de retablo con guante, o si es teatro de mesa, todo ese largo camino que en un sentido fue difícil de sostener…
-¿Cómo nace esta propuesta de ver la obra de frente y también desde atrás? La he visto de ambos casos y siempre es un espectáculo.
Ivo Siffredi: De algún modo ya está todo inventado, en el teatro, en la vida. La búsqueda, este plus, de compartir la obra desde atrás, al principio se había pensado como para los titiriteros… Les voy a ser sincero. Mi familia, mi hijo, vio todas las funciones, está hasta acá de las calabazas. Llegó un momento en que después de verla quince veces la obra, cada vez se mandaba más adelante, y hay un momento en que se puso atrás, y la comenzó a ver desde atrás. Y la verdad que estos accidentes que a veces uno padece en la vida pueden ser una gran posibilidad. En este sentido apareció esta necesidad de los que ya la vieron desde adelante, de qué pasaba atrás. Lo que pasaba atrás era otra cosa, completamente distinta. Para uno como titiritero es muy rico revelar y compartir las bambalinas, lo que sucede atrás del teatro, porque también es parte de la magia. No solo lo que se ve cubierto por el retablo, sino todo lo otro. Y quien quiere, quien le interese, en general deben quedar muy entusiasmados con esta posibilidad de verlo de atrás, es como otro plus plus a lo que venimos haciendo.
-¿Cómo llegan, partiendo de la mesa, al retablo de guante? ¿Qué es lo que quieren destacar para hacerlo en guante?
Adriana Sobrero: Yo creo que la elección fue por la fuerza que tenía la materia con la mano, para mí era mucho más importante ver la mano, lo que ella determinaba con la materia, que ver a la otra materia que estaba manipulando. Y en las historias alternas era mucho más potente eso. Cuando vi las dos, me parecía que eso era mucho más rico. Y que también, que uno cuando está tratando de ordenar de afuera, tiene que estar muy atento a las posibilidades de quien está ahí trabajando. La ductilidad del manejo aéreo de Ivo, y un montón de cosas, que ustedes vieron, no hace falta que se las diga, para mí era mucho más rico ver eso, que verlo en la mesa. Entonces yo prioricé la mesa, lo charlamos, vimos videos, comparamos, y decidimos.
-(Público) ¿El hecho de usar calabazas tiene algo que ver con interpretar un elemento natural, reinvindicar un elemento cultural?
Adriana Sobrero: No fue la intención. Pero yo creo que dentro de nosotros hay algo ahí de lo que este material ofrece, que conmociona, que moviliza, y que no creo que sea casual, y que tiene que ver porque proviene de donde provenimos. Es parte de lo que somos. Entonces creo que hay contacto parte de lo inconsciente, parte de lo corporal, de algo que aunque uno no se lo haya propuesto de antemano, está latente, porque creo que ambos dos, por lo que hacemos, a Ivo le encanta la naturaleza, entonces termina por aparecer.
-¿Cómo ven la actividad titiritera en Argentina, no sólo Buenos Aires?
Adriana Sobrero: ¡Qué pregunta! Así, muy en general, y por las posibilidades que he tenido de viajar y de compartir en otros países, yo sigo sintiendo que hay mucho por descubrir. Y ahora se está sumando la tecnología y los soportes visuales, todo lo que estamos viviendo como sociedad, nuevamente hay ahí como una amalgama, una mezcla para seguir buscando. Para mí sigue siendo un espacio amplísimo, y veo mucha gente haciendo títeres, por todo el mundo, con muchas propuestas, con muchas ideas, asi que creo que… bien.
Ivo Siffredi: La verdad que hacer títeres es hacer una forma de vida muy a la antigua, y muchas veces lo que sucede como sociedad es que estamos bastante jodidos, bastante comprometidos por el tema de la comunicación, el respeto, la escucha. En ese sentido los títeres pueden venir a saldar o a poner ante el público, a compartir, todas estas cuestiones que son muy básicas y muy elementales de la condición humana, que a pesar de la modernidad se van perdiendo, y es cada vez más difícil. Creo que en ese sentido la apuesta de esto, de mover un cacho de madera, un cacho de tela, lo que fuere, es volver a los orígenes y repreguntarse en definitiva, sea con esta obra o con cualquier otra obra, algo de dónde está la esencia, que probablemente esté un poco desvariada, o perdida. Creo que viene en ese sentido, no digo a reparar definitivamente, pero por lo menos a volver a poner un lugar donde podamos pensar, socializar o visibilizar esas cuestiones muy básicas que a las personas, los ciudadanos y los vecinos, y más ésta, sucede que nos atropellamos, nos faltamos el respeto sistemáticamente, nos cuesta mucho respetar, registrar al otro. Los títeres tienen un poco la cosa originaria, en definitiva, y creo que es uno de los méritos poner este tema en cuestión, depende por supuesto de la propuesta dramática, de un montón de cosas, pero en definitiva es teatro, es muy antiguo, es un momento del aquí y ahora, y puede ser que compartamos algunas cuestiones que algunos las daban por saldadas, que quizá como sociedad no estaban tan saldadas ni tan evolucionadas.
Adriana Sobrero: Mi maestro, el Toto Villarroel, de la Escuela de Avellaneda, una vez me dijo que los títeres, sean para adultos, para quien sea, lo que hacen es que abren un espacio para ver, que tiene que ver con el niño que cada uno no hemos sido. Eso me parece fantástico. De ahí uno puede ver lo que le quiera mostrar, y desde ahí hay una mirada desde el corazón que quizá de otra forma sería otra cosa. Eso ya es tener un tesoro, para comunicarse con el otro, para contar.