El Teatro en la Cuba del deshielo: Una charla con Eberto García Abreu
Por F. Mabel Prieto
Eberto García Abreu es una presencia constante en Formosa, en el Festival Internacional de Teatro de la identidad y el Reconocimiento. En la presente entrevista, concretada durante la edición 2015 del Coloquio Internacional de Verano: “Traspasos Escénicos” , desarrollado en La Habana entre el 29 de Junio y el 4 de julio, se ven reflejadas las tensiones a las que están sometidos los artistas cubanos en el nuevo contexto que se presenta en la Isla, a partir de la apertura al diálogo que desde el 17 de diciembre de 2014, han establecido Cuba y Estados Unidos luego de 54 años de la ruptura de relaciones.
Eberto García Abreu (Villa Clara, 1963) es un reconocido Crítico y Dramaturgo Teatral cubano, de amplia trayectoria en el teatro cubano y latinoamericano. Su mirada aguda e innovadora de una alta sensibilidad, y su amor por lo que hace, le lleva a trabajar sin pausa desde la jefatura del Departamento de Teatralogía y Dramaturgia de la Facultad de Arte Teatral de la Universidad de las Artes, ISA, de La Habana.
F. M. Prieto: ¿Cómo afectan las relaciones reiniciadas entre los dos países a las manifestaciones culturales y al teatro en Cuba? ¿¿Qué tanta influencia tiene la apertura al diálogo?
E. G. A.: El intercambio entre Cuba y Estados Unidos no ha venido sólo desde el pronunciamiento del 17 de diciembre de 2014. Es el resultado de muchos acercamientos, que por distintas vías se han producido. No sólo desde las políticas de estado, sino desde las de los individuos, de los grupos sociales, de los proyectos de los artistas, los investigadores, los científicos, el intercambio familiar, el mundo de las iglesias, de las religiones. Sectores sociales que han tenido intercambios, fragmentados, fraccionados, intermitentes, unos más violentos, otros más fluidos, como las circunstancias políticas los han marcado y todo esto atravesado por la ley del bloqueo; bloqueo que fue férreo, tozudo, muy absurdo para los tiempos que vivimos. En realidad son procesos que no sólo tienen que ver con Cuba y Estados Unidos, y la ruptura de relaciones a partir del año ’59. Es también una cuestión individual, de relaciones entre familias que hace que el sentido de la memoria, de la historia, el intercambio humano, generacional, de visiones en el mundo, haya sufrido también mutaciones a lo largo de este tiempo.
F. M. P.: En las Jornadas de Traspasos… se dijo que hay una reinvención de modelos de convivencia de los distintos escenarios creativos ¿Hacia dónde se dirigen esos procesos ¿Qué dirección van a tomar?
E. G. A.: En ningún caso está marcado por el tema Cuba y Estados Unidos. Plantear nuevos escenarios en este nuevo proceso de relaciones ya es posicionar un escenario que durante mucho tiempo ha estado dormido. Hay que tener no sólo creatividad, valentía, sino también osadía para reposicionar esas estrategias. Porque eso significa reposicionar a mucha gente en su sentido de la vida. La existencia de este Proyecto Laboratorios Traspasos para nada está dialogando directamente con esas decisiones, sino en un contexto donde esa decisión forma parte de otras posibilidades de apertura, de dinámica, de re-estructuraciones , de otras relaciones de Cuba con Estados Unidos, y no sólo con Estados Unidos, sino con el mundo.
F. M. P.: Se insistió también en las preguntas sobre el Sujeto ¿Quién Soy? ¿Qué hago? ¿Qué hacíamos antes? ¿Qué hacemos hoy? ¿Qué características tiene ese Sujeto que se interroga hoy?
E. G. A.: Los que estamos aquí y tomamos decisiones, no son las decisiones que van a cambiar el rumbo de la historia, sino el de nuestro camino individual y a través nuestro la gente que participa de ese camino. La pregunta es ¿En qué escenario estamos actuando hoy? Es un escenario más pequeño, íntimo, más próximo que hace que las personas que forman parte de estos procesos también estén en tránsito. Este es el sentido que para mí tiene Traspasos…independientemente de las estrategias de vínculos poéticos, de dinamización de las potencialidades para gestar procesos culturales, formativos, humanos, creativos, artísticos. Esto es una quimera más que una realidad. Es defender la posibilidad de un proceso de esperanza distinto, porque hoy las cosas pueden ser diferentes. Por eso, tenemos que ser responsables de nuestra posición individual. No podemos dejar que nuestras decisiones las tomen otros. Porque ¿Qué hago yo ahora con el pedazo de vida que me toca defender? Esa decisión es mía. Las leyes del bloqueo van a seguir ahí durante un tiempo y cuando las cambien yo no voy a tener acceso a esa dinámica porque la realidad cubana está cambiando también con un profundo sentido de la diferencia social y el que marca el rumbo es el dinero
F. M. P.: ¿Y el proyecto social que la Revolución ha sostenido siempre?
E. G. A.: Sí, hay una paradoja muy fuerte entre el proyecto social que la Revolución ha defendido históricamente, que son las grandes conquistas a las que no podemos renunciar construyendo la sostenibilidad de ellas sólo sobre la vocación ideológica o posicionamientos políticos. Hay que crear una estructura económica, unas relaciones económicas que alimenten y desarrollen esos proyectos. No sólo hay que arriesgar a defender los proyectos sino a desarrollarlos, a abrirnos a distintas posibilidades y Traspasos… tiene que ver con eso. Porque la gente comienza a aparecer con nuevas motivaciones, deseos, con nuevas urgencias que no son ni fueron los que en los años en que uno inicia la vida profesional marcaron los rumbos de nuestros destinos profesionales.
F. M. P.: ¿Cómo se plantea el Teatro en ese escenario?
E. G. A.: La gente se plantea el Teatro de otra manera porque se le plantea la Vida de otra manera. Es una verdad de Perogrullo, pero ¿por qué apostamos otra vez por Traspasos…? Porque de esperanzas e ideas, estamos llenos, de espiritualidad rebosantes. Pero ¿por qué seguimos siendo idealistas, paradójicos, contradictorios? ¿Por qué nos queremos detener? Yo creo que si nos paramos a esperar que el cambio llegue, lo malo no se irá nunca, pero lo bueno tampoco llegará. Porque eso es decisión propia, personal, muy individual, muy tensionante, entre lo individual y lo colectivo, entre lo personal y lo social. La sociedad ya no es un bloque.
F. M. P.: ¿El Teatro Cubano de hoy está expresando esas tensiones?
E. G. A.: No se puede hablar del teatro cubano en general, sino de zonas del teatro cubano. Hay preguntas que la gente se hace que operan por acumulación de angustias, de certezas, de dudas, de inquietudes. Tú no puedes seguir hablándole a un público que sigue llegando al teatro a buscar respuestas que los medios masivos de comunicación no les dan, ni los periódicos reflejan, que es aquello que la gente cotidianamente cuestiona. Creo que eso va a entrar en sintonía con el debate cívico de una realidad poética que está presente, transformada, transmutada, en realidad directa, cruda, amarga. Ya no sólo de una estrategia de discursos poéticos que generan determinado tipo de debates, sino en la alternativa de otros discursos poéticos, desde la autoreferencialidad, desde la construcción de la realidad como espacio, en la que la ficción opera como elemento transformador. Realidad que es enmarcada como hecho ficcional, como estrategia poética y creativa, en la dimensión de cualquier otra condición que el arte contemporáneo está desarrollando no sólo en el teatro, sino en otras manifestaciones y contextos culturales. Están revelando inconformidad con una posición de espera, de explicación, de preguntas y respuestas que generan incertidumbres hacia un futuro que nadie conoce. Hablamos de Cambio, pero cuando uno habla de Cambiar, uno dice ¿Para dónde? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo?
F. M. P.: Se hablaba de la construcción de la esperanza…
E. G. A.: parece resultar muy idealista hablar de la esperanza. Pero cuando tú tienes que preguntarte cómo llego a mi casa si no tengo transporte, qué comida voy a comer, qué medicamentos necesito, cómo voy a vestir a mi familia. ¿Cómo lo voy a hacer? Cuando mi salario todavía no es una certeza sino una metáfora, y el trabajo no me permite alimentar más que el sentido ético ante la vida, sin transformar las condiciones materiales de vida…esa es una paradoja que no hemos logrado resolver y no tiene nada que ver con que Cuba y Estados Unidos se arreglen o la Unión Europea ponga o quite esto o lo otro. Claro que esas cosas van a beneficiar porque tenemos que abrirnos a otras dinámicas sociales. Tienen que aparecer nuevos empleos, tipos de trabajo, nuevas cosas que ahora forman parte de ese mundo de estatismo, de quietud… de ese mundo en que muchas veces por la subvención, la protección a esas conquistas ha hecho que los creadores se hayan puesto de espaldas a la realidad de la gestión, de la circulación (de bienes) y hayan tenido que vivir del encargo social que te da la subvención del estado. En realidad debería haber habido otro tipo de diálogo, de prácticas en esa relación Estado-Creación-Circulación-Producción que hemos logrado tener. Tonto sería el que piense que nos podemos desentender de esas conquistas. El Teatro Cubano y la Cultura Cubana, tienen una relación polémica con la historia, las estructuras y el ejercicio del poder, con las posiciones ideológicas. La gente hoy participa- sobre todo las generaciones jóvenes- de un debate que no asume falsos compromisos, sino que la palabra Compromiso corre por otros caminos. Por el Compromiso de hacer y decir lo que se siente.
Hay lugares, experiencias, artistas, creadores, profesores, maestros, gestores, que lo están arriesgando todo sin saber hacia dónde van. Y eso es lo importante.
Las respuestas de García Abreu- como la de la gran mayoría de cubanos, tiene una honda significación político-social, que traspasa el mero ideologismo, y hace señalamientos a una realidad que en los últimos años ha sido más que agobiante para los habitantes de la isla. El bloqueo económico, la falta de libertades públicas, el largo sacrificio del pueblo cubano, no les impidió evolucionar espiritual y mentalmente y observar que ya no podían sostener tal como antes los principios revolucionarios en medio de un mundo que cambiaba drásticamente. Sin embargo, dice García Abreu- que los logros de la Revolución deben ser sostenidos, sea cual fuese el camino que se abre ante ellos.