10 preguntas a 1 teatrista: MATEO se asoma al mundo de José María Gómez Samela
José María Gómez Samela es oriundo de la ciudad de Corrientes, actualmente reside y desempeña su labor en Buenos Aires. Se anima a responder en profundidad nuestro Cuestionario
1. ¿Qué proyectos teatrales estás desarrollando actualmente?
Estoy dirigiendo “Un Punto en el Espacio” de Ricardo Dubatti, que se estrenará en julio en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC) los domingos a las 20:30.
Por otra parte, comenzando un nuevo proyecto con la reconocida filósofa Esther Díaz. Allí estoy desde la dramaturgia y dirección en un trabajo unipersonal sobre su biografía.
Como actor, hay un proyecto motivador, que recién se está gestando para mayo.
En el campo de la docencia, iniciando un taller anual de “Teatro Físico” en el Centro Cultural Fortunato Lacámera. Y varios seminarios, talleres en espacios particulares.
2. ¿Qué mirada tenés del público que asiste a tus producciones? ¿Pensás en el público cuando hacés teatro?
Percibo que van variando los puntos de vistas de ver al público, una cosa es la mirada desde el actor, y otra desde el director o dramaturgo.
Cuando estoy actuando me conectó con ese presente, busco concentrar toda mi energía con la situación, el material, en vibrar y hacer vibrar al público, que alguna fibra se toque del otro lado, pero claro que al estar en situación esto se vive de manera bastante inconsciente. Cuando estoy escribiendo, en una primera instancia no pienso en el público, porque necesito conectar y fluir, jugar, dejarme llevar en el material y después casi al final del proceso puedo ajustar algunas cosas, testearla con colegas y ahí saber si funciona, si resuena, cómo se recibe. Creo que la visión más fuerte del público viene al trabajar como director, porque uno se convierte en espectador y va probando lo que funciona o no, si hay verdad, belleza, poesía, emoción en el material. Me gusta el trabajo creativo con todo el elenco y equipo de producción para ir definiendo espacios, posibles públicos, visiones de mundo, universos.
Siempre pienso en el público, y no existe el teatro si no hay lo mínimo que es un actor y alguien que observe, complete el círculo, genere ese ida y vuelta. El Teatro activa, pero luego cada espectador completa en su cabeza ese circuito.
Generalmente a mis trabajos han venido colegas, actores, directores, críticos, periodistas, artistas, estudiantes, curiosos de diferentes temáticas, estéticas y público general. Dependiendo del tipo de obra, se configura un determinado público, por ejemplo, cuando trabajé obras más experimentales o intelectuales había menos público y con un perfil más crítico; caso contrario, al generar espectáculos más populares o clásicos, venía más gente y transmitía de manera espontánea su alegría con el trabajo. Pero es en los procesos más singulares y creativos, donde se imprime mi propia impronta o la de un colectivo en trabajo, es dónde más percibí la compenetración de la gente, una fuerte respuesta de ida y vuelta. En este caso puedo recordar como ejemplo de propuesta muy propia, la obra “El Grito del Silencio” de Fernando Martínez, que fue un largo proceso de investigación y luego estuvo 3 años en cartelera en Corrientes, el NEA, en gira la trajimos a Buenos Aires en el 2012, y está la idea de reponerla más adelante. Recuerdo un festival que cientos de personas aplaudieron de pie, y a la salida, nos abrazaban, felicitaban, comentaban, reflexionaban, todos estábamos emocionados y se percibía la fiesta, el intercambio, la magia del teatro.
3. ¿Qué creés que caracteriza/identifica al teatro de tu provincia/región, en cuanto a propuestas estéticas, temáticas y/o ideológicas?
Puedo hablar un poco como aproximación sobre las realidades de Buenos Aires, Corrientes y el nordeste del país, desde un punto de vista muy singular, claro.
Buenos Aires es hoy mi hogar, y la percibo como el centro teatral de América Latina, hay muy buen teatro en otros países hermanos, pero la diversidad que se configura en el ámbito porteño la hace única. Por tal motivo, es caso de estudio para gente de todo el mundo. Es un híbrido que se puede apreciar en diferentes circuitos, con grandes clásicos universales, nacionales, obras en teatros oficiales, comerciales, alternativos, independientes, en casas, departamentos, experimentos, propuestas contemporáneas, de cruce de leguajes, etc. A pesar de la escases de recursos, políticas culturales, de distintos tipos de crisis, y de la cantidad de obras, se ha desarrollado una especie de autogestión-producción, que van haciendo surgir trabajos de gran calidad, nivel artístico. Es difícil de clasificar, pero lo bueno es que hay mucha búsqueda, diálogos, universos singulares que van surgiendo, y cada uno como una perla que brilla en la inmensidad. Conviven muchas formas de abordar el hecho teatral, las temáticas, los equipos de trabajo y me identifico cuando hay un fuerte compromiso grupal, una ideología que comunicar.
Corrientes es felizmente mi lugar de origen y donde desarrollé gran parte de mi carrera. Siempre con idas y venidas a Buenos Aires, hasta que en un momento no era de ningún lugar, y a la vez de todos. Elegí crecer primero en mi provincia, región, aportar y desarrollar todo lo que pudiera allí, siendo muchas veces un puente entre Capital Federal y Corrientes. Luego llegó el regreso a Buenos Aires, pero siempre con la intención de en algún momento volver a ser un puente entre ambos queridos espacios.
Cuando comencé mi camino teatral a mediados de los 90, en la ciudad de Corrientes, eran pocos grupos, salas y espacios dónde formarse. Pero luego de la creación del Instituto Nacional del Teatro y otras políticas locales, regionales, la actividad creció en cantidad de grupos, salas, y fueron surgiendo lugares oficiales para capacitarse, intercambios, becas, etc. Esto generó un gran movimiento y hoy en la región hay varios circuitos muy interesantes para recorrer, se van ampliando las propuestas, y hay algunos casos de artistas, grupos que se destacan y marcan tendencia en la zona. Hay una variedad de tipo de espectáculos y de esta mezcla van naciendo casos estéticos e ideológicos muy propios con color local.
Es positivo el auge y que se vayan sumando cada vez más artistas a la actividad, pero también creo que nuestra región NEA está un poco más aislada del resto del país, más lejos de los grandes centros, del mundo y por lo tanto de la circulación del conocimiento, posibilidades. A muchos años de retroceso a cuanto a nivel económico, de infraestructura, de apertura cultural. Lo que por un lado es una desventaja en formas de creación, producción, pero que a la vez, quizás sea una ventaja en algunos casos para crear de manera singular y con impronta local.
Rescato ante todo el trabajo de los colegas teatristas que luchan hace muchos años, día a día por mantener vivo el teatro regional y los insto a dejar de lado las diferencias, trabajar por la unidad, que haya cada vez más apertura a otros artistas, hacía la sociedad, para que todos puedan crecer más.
4. ¿A qué teatristas recomendás conocer en tu región y por qué?
En Buenos Aires, Guillermo Angelelli y Román Podolsky, por los procesos de creación y vida que se imprimen en sus trabajos. A Javier Daulte, que es un maestro, referente, y que hace décadas expande su impronta tanto en el circuito Off, como en el comercial. A Rubén Szuchmacher, maestro de directores y de puestas impecables. A Mauricio Kartún, un grande de la dramaturgia argentina, que está siempre vigente y vigoroso. Emilio García Wehbi, por el trabajo constante e indagatorio sobre distintas temáticas, espacios, cuerpos.
Más cercanos a mi generación, recomiendo a Silvio Lang, a quién tuve la posibilidad de asistir, por la pasión, fuerza y lucha con la que instala su trabajo, sus actores, puestas. Valoro las escrituras de Nacho Bartolone y Maruja Bustamante, que me tocan de cerca, porque son propuestas que miran al litoral, al NEA argentino, y como correntino en Buenos Aires, he conectado con esta tendencia, a veces aportando en procesos de varios artistas y otras solo observando.
Destaco a la nueva dramaturgia que se viene, y en especial a Ricardo Dubatti, que tiene una apertura y promueve el trabajo de muchos creadores jóvenes. Con mucho gusto, venimos trabajando hace más de un año en “Un Punto en el Espacio”, donde se establece un diálogo constante entre dramaturgo-director-actor-productor. También me resulta muy interesante la propuesta de Charlie Bulsara, dramaturgo y guionista de Adrogué, que posee universos muy ricos y singulares, que pronto darán que hablar.
En Corrientes, un referente histórico es Ángel Quintela y María Esther Aguirre y su grupo Teatro Del Guarán, trabajando siempre clásicos argentinos y latinoamericanos. También están mis compañeros del Grupo Ambaí, con el que experimentamos y generamos tanto movimiento, y que este año cumple 17 años. Fernando Martínez-excelente dramaturgo y actor. Gustavo Benítez, creativo actor y director. Thierry Calderón de la Barca, con su dramaturgia regionalista. Son muchos, solo a modo de citar algunos destacados del NEA, Carolina Gularte -eterna creadora y luchadora del Espacio Reciclado de Posadas, Misiones; Javier Luquez Toledo y su múltiple espacio Galatea, Resistencia, Chaco; Lázaro Marco con su grupo Los Gregorianos y el dramaturgo Aldo Cristanchi, en Formosa.
5. ¿Qué le sobra y qué le falta al teatro de tu región?
Es una difícil pregunta. Creo que mi pensamiento salvando las diferencias, es parecido para ambas regiones: el nordeste del país y Buenos Aires. Sospecho que la mayor falencia que noto, refiere a las grandes diferencias en los modos de producción en el ámbito comercial, oficial e independiente. A la falta de fondos para poder hacer más sustentable cada proyecto en el que uno se embarca. A ciertos cargos y curadurías en el ámbito oficial, que no son claros, que quedan para unos pocos, y que sería interesante pensarlo en un sentido más plural, variado, que se reactualice en tiempos más cortos, que haya un espacio de debate con la comunidad artística.
6. Para vos, ¿qué es la felicidad en el plano artístico?
Primero es cuando conectó con un material que me moviliza, entonces lo voy trabajando, disfruto atravesar ese proceso de muchos estados. Luego llevarlo a vivir la escena, que se potenciará delante de un público. Y por último que esa adrenalina mágica toque alguna fibra de algún espectador y cuando eso ocurre, no hay palabras, solo gratificación para el espíritu. Uno como artista atraviesa muchas crisis, pero algo de esta sensación muy humana nos impulsa hacía adelante, a continuar siempre. Hoy yo hago mucho caso a mi instinto y las cosas se van dando de una manera tal especial.
7. ¿Hacia dónde creés que se encamina el teatro en Argentina?
Es una respuesta muy amplia y creo difícil de predecir. Quizás como comenté más atrás, hay una diversidad muy grande en Buenos Aires, como en el resto del país, lo cual es muy positivo y tengo la sensación que no va a detener su crecimiento a pesar de las distintas crisis. Los argentinos por cultura somos muy adaptables y siempre podemos reinventarnos, creo que algo de esto también se ve en nuestro teatro y lo celebro. Si puedo dar algunos indicios que se van palpando, por cercanía o por observar a las nuevas generaciones, y es que se está apostando mucho al cruce de lenguajes, a las nuevas tecnologías, la música en vivo, el intercambio cultural entre centro-periferia de un mismo país, o entre países, continentes, el trabajo en redes y algo de esto va generando nuevas formas de producción, gestión, creación, cruces. Generalmente se dan estas vinculaciones y cruces entre grupos independientes que no detienen su expansión, lo que a mí parecer decantará en nuevas propuestas escénicas.
8. ¿Qué te apasiona cuando vas al teatro?¿Qué actrices y actores te deslumbraron sobre el escenario?
Olvidarme que estoy presenciando un hecho escénico, cuando eso ocurre soy feliz, pero pocas veces sucede. Pero el hecho de ir al teatro ya me da felicidad, estoy predispuesto a reír, llorar, conmoverme, pensar, cuestionarme, identificarme, o si algo no está funcionando, me distancio y ya como creador para observar qué sucede allí, como están los elementos en juego. Siempre es un canto a la vida ir al teatro.
Siempre hubo hechos escénicos y artistas que me conmovieron en distintos momentos y me impulsaron a seguir el camino teatral. En el año 96 o 97, vi dos obras que me marcaron en Corrientes, una fue “Puertas” dirigida por Dante Cena, y otra “Extraño Juguete” de Susana Torres Molina, dónde actuaba Gustavo Benítez, uno de mis maestros y guías de ese tiempo. En el 2003 vi “Post” de Marcelo Padelín en Resistencia y luego entrené con él. Ese mismo año vi “Tierra de Hembras” de Thierry Calderón de la Barca y en el tiempo protagonicé un trabajo unipersonal de su autoría. En el 2006, vi “Woyzeck” de Emilio García Wehbi en el San Martín, con el protagónico de Guillermo Angelli, quedé fascinado, y me dije: “yo quiero hacer eso, quiero actuar así” y más adelante tuve felizmente la posibilidad de entrenar con él y participar de una performance con Wehbi. Luego vi “Rey Lear” en el mismo teatro con las actuaciones de Alejandro Urdapilleta y Roberto Carnaghi, dos monstruos que siempre admire. También vi el trabajo en vivo de Antonio Gasalla, que admiraba de chico, pude conocer, dialogar y entrenar en intensivos con Eugenio Barba; ambos me marcaron.
Otro hito fue cuando vi “Nunca estuviste tan adorable” de Javier Daulte, dónde me identifique viendo a Carlos Portaluppi, también correntino y mega actor. Ahí sentí que también podía seguir ese camino porteño. Me encantó ver “Harina” de Román Podolsky y ver como se puede crear en el espacio con mínimos elementos. Al ver el “El Niño argentino” de Mauricio Kartún, con Mike Amigorena y Osqui Guzmán me hicieron viajar. Fue especial ver “Quartett” de Rubén Szuchmacher me atrapó con su dispositivo escénico y el universo sonoro de sus actores.
Recuerdo “Fulgor argentino” del grupo Catalinas Sur, con su teatro comunitario de vecinos, fue un verdadero viaje. La potencia de Fuerza Bruta, cuerpos, música y tecnología en explosión a gran escala.
Disfruto de ver al maestro Raúl Serrano, que combina actuación y pedagogía en sus clases magistrales.
Es un placer compartir con mis actores de “Un Punto en el espacio”, Santiago Ceresetto, Lucía Villanueva, Salvador Romano, Santigo Fondevila, Johana Braña, que me conmueven y dan alegría, sentido a la vida, al camino.
Llevo en la memoria actores maravillosos de Corrientes que me emocionaron, con los que he compartido largos caminos de vida y arte, Fernando Martínez y Montse Zanini, solo por nombrar empatías fuertes.
Ya más reciente vi “Meyerhold” de Silvio Lang, que me encantó, donde percibí la explosión que es Iride Mockert, gran persona y una de las actrices grosas de mi generación. También Alejandra Flechner, María Onetto, me conmovieron en distintas puestas. Seguiría la lista con Rafael Spregelburd, Darío Grandinetti, Ricard Darín, Leonardo Sbaraglia y muchos más que dan vida a la escena y alimentan el alma.
9. Si pudieses tener un encuentro con un/a teatrista de cualquier tiempo y lugar ¿a quién elegirías?
A Peter Brook, Pina Bausch, Alfredo Alcón, Marlon Brando, Roberto Arlt, Armando Discépolo, Shakespeare, Beckett, Artaud, Grotowski. Lecoq, Enrique Buenaventura.
10. ¿Nos mandás una foto de algún objeto de tu casa que remita a las artes escénicas?
José María Gómez Samela es Licenciado en Comunicación Social; Actor; Director de Teatro, Dramaturgo y Docente. Escuela de Teatro de Buenos Aires (ETBA). Se formó, entre otros, con maestros como: Javier Daulte, Eugenio Barba, Eduardo Gilio, Paco Gimenez, Guillermo Angelelli, Román Podolsky, Raúl Serrano, Rubén Szuchmacher, Mónica Bruni, Nora Moseinco, Mauricio Kartún, Ignacio Apolo, entre otros. Recibió el Premio Corrientes 2007 como actor y director, Mención en Actuación en la 28 Fiesta Provincial del Teatro de Corrientes 2012 por la obra “El Grito del Silencio”.