La desobediente o… una luz en la ciénaga
La autora analiza aquí la puesta en escena que se brindó, en única función, el día jueves 8 de Junio en la sala de Teatro Varieté de la ciudad de Bahía Blanca.
“Yo vivo maquillada siempre. Es un acto muy mecánico, tratás de pintarte rápido para no ver lo que te devuelve …el espejo” (SONIA SÁNCHEZ)
Sillas en círculo ocupan el espacio de una sala mediana colmada de público. Una chalina violeta y un par de zapatos negros con plataforma visten una de esas sillas Atrás un letrero municipal anuncia: “ESTACIÓN ONCE -USTED ESTÁ EN PLAZA FLORES – VILLA LA DESOBEDIENCIA”.
Una música estruendosa resuena mientras un haz de luz ilumina la entrada de una mujer madura excesivamente maquillada, de porte imponente. Se destaca la vivacidad de sus ojos inquietos recorriendo la sala. Se sienta en un lugar desocupado y comienza una suerte de monólogo mientras saca un espejito de su cartera y se retoca el rimmel, con fruición. El modo llamativo de vestirse retrata a una prostituta que ha hecho de esa zona, su lugar. Así, en una suerte de lamento pasional, rabia y cierta furia contenida, vamos conociendo cómo se ha deslizado su vida hasta este presente. Por momentos, se sienta en distintas sillas del círculo, interpelando a una espectadora ocasional, llamándola por el nom de guerre con que la recuerda. Inspirada en textos propios, Sonia Sánchez va entremezclando los avatares de su existencia con el desdichado derrotero de sus compañeras, siempre con una actitud benévola y solidaria hacia ellas, como cuando le ofrece a una cuidarla en el hospital, o instiga a otra a rebelarse frente a un golpeador que la agrede.
La protagonista oscila entre momentos de confesión apacible y otros de enfervorizada cólera, donde arroja a una platea de varones imaginarios, un puñado de preservativos. En ciertos pasajes va despojándose de su túnica hasta quedar en ropa interior; en otros, baila sola al compás de una música bailantera, o prosigue su recorrida en ese desfile de mujeres (algunas casi púberes), encadena das por el mismo infortunio.
Resulta conmovedor su relato acerca del aciago final de cada una de ellas, en especial, una embarazada víctima del abuso de varones “prostituyentes” y otra que ha muerto muy joven de HIV. Al final de la obra, ya vestida, toma la chalina violeta, la anuda cual turbante en su cabeza, se calza los zapatos negros con plataforma e inicia el itinerario de una congoja que va in crescendo. Estremece verla llorar con lágrimas reales, presa de una tristeza visceral por los años perdidos, encarnación de un profundo y sostenido lamento. Una sala de pie corona el dramatismo de estos 50 minutos en escena.
Sonia Sánchez sabe bien de qué se trata lo que cuenta, ya que a los 16 años la prostituyeron poco después de llegar a Buenos Aires desde su Chaco natal. Su relato brinda un extraño paralelismo con ese destino siniestro que García Márquez asignara a aquella adolescente de 42 kilos en su magnífica nouvelle: “La Increíble y triste historia de la cándida Eréndida y su abuela Desalmada”, una niña vendida una y otra vez a diversos varones para poder pagar el sino de ser parida en un caserío pobre, ajena a su propio cuerpo. Sonia, igual que Eréndida, nació bajo: “el viento de la desgracia”. Habitan te de la miseria de un pueblito sin pan, en el que la mayoría de niñas y niños sólo iban a la escuela para recibir alimento.
Doblemente meritorio el trabajo actoral de Sonia Sánchez, devenida hoy en formidable actriz navegando en las oscuras aguas de su pasado. Recientemente ha sido distinguida como Mujer Destacada del Año por la Universidad de Comunicación Social de Villa Ángeles en el Chaco. Ha publicado además el libro: “Ninguna mujer nace puta”, convirtiéndose en activa feminista abolicionista, peregrina de caminos, adalid de una cruzada que la enaltece .
Ficha Técnica
Actriz: Sonia Sánchez (con textos propios)–
Dramaturgia y Dirección: Silvia Palumbo Jaime, integrante del Grupo DesBandadas.
Fotos: Gentileza de la Directora