“Lo leo como un poema amoroso”
por Olga Penelas
En el teatro San Martín, dialogamos con Adrián Blanco, quien dirige Fedra, del dramaturgo español Juan Mayorga.El director posee una vasta trayectoria como director teatral entre las que figuran Plauto, Transatlántico, Errante en la Sombra, Por la Gloria y Bacacay (por esta última, nominado por tercer año consecutivo al premio Trinidad Guevara).
Su polifacética actividad como dramaturgo, actor y docente le permiten abordar un proyecto desde múltiples miradas. En este momento, dirige en la sala Cunill Cabanellas la historia apasionada de una mujer que intenta sortear los prejuicios impuestos por el universo masculino. Descubrimos cómo se gestó la pieza teatral que ahora lo convoca.
¿Cómo llegó esta obra a tus manos?
Marcela me la acercó y empezamos a leerla. Me gustó hacer Fedra porque esta versión es más acorde a la época Mayorga la reduce a seis personajes, no rompe el mundo mítico, logra instalarse en un lado pecaminoso, respeta el destino. El destino lo hacen los personajes.
¿Qué mirada de Fedra plasmaste en la puesta en escena?
Quise plasmar el lado feminista de Fedra. Ella vive en ese mundo donde las leyes las imponen los hombres por eso, Enone lo representa un actor. El coro está representado por los soldados que van modificando el espacio uniendo la alcoba, el palacio y el bosque. Intenté representar la tragedia con su espíritu tumultuoso, con el pecado de hybris. Leo el texto como un poema amoroso, como una declaración de amor.
¿Qué concepto de puesta en escena concretás en esta pieza?
La cama es la pira; lo sexual, la muerte. La puesta en escena es un ritual, una representación. Se decidió un espacio escénico circular por donde los personajes se muevan e interpelen a los espectadores. Tal es el caso de Fedra cuando los mira a los ojos con un cuchillo preguntándose si se mata y el de Enone mientras les habla. La actuación tiene lago de experimentación, algo ” grotowskiniano”. Por eso, la escena en que Hipólito aparece herido, ensangrentado, en esa posición, es como un mártir, un Cristo.
¿Cómo abordás un texto clásico?
Creo en cierta libertad para tener un sello propio. No soy ni cool, ni minimalista. El teatro está bien hecho o mal hecho. Es una convención. El realismo es parecido; está fuera de moda. El realismo es demodeé. Vengo con la puesta en la cabeza. Luego, los actores me modifican cosas. Una vez que el actor sabe la letra, voy viendo para dónde va el personaje. Te marco el recorrido sin ir al psicologismo. Todos sabemos quiénes son los clásicos. La cosa es cómo se hace. “Si no se corre riesgo, no hay teatro “, – esta frase no es mía- es de Roberto Villanueva a quien conocí íntimamente. Todo está inventado. El problema es cómo seguimos siendo creativos. Hay formaciones realistas que te matan, sin generalizar. Desconocen el manejo del cuerpo, etc.
El cine te tira información muy real. El teatro es un lugar donde el phatos existencial se produce allí, de permiso, de expresividad. Hay toda una industria de la enseñanza teatral. Cada uno permanece en su gueto y no hay discusión estética.
¿Trabajaste alguna vez con estos actores?
Sólo conocía a Biagini. Marcela es un tipo Nuria Espert. Hace un trabajo sutil y jugado. Igualmente hicieron un casting. Creo que un mundo gobernado por mujeres, sería mejor. (Lo pienso más allá de los vientos actuales). El hombre es un ser despiadado.
¿Cómo se da el proceso creador en los ensayos?
Comienzo por el montaje. Trabajo con la ansiedad de los actores. Fui un poco resistido cuando dije que Enone era un hombre. A veces, hay enfrentamientos, pero luego se sigue. En las incomodidades se lleva una cosa nueva. Doy saltos mortales, pero sé que la red está bien puesta. Quiero hacer una gran catedral como Gaudí- no estoy comparándome-; tiro líneas para que los actores la vayan terminando. Ellos son los cimientos. Tengo muy buena relación con los actores y acepto sus decisiones (si hay que modificar algo, se hace.) Trabajo con el signo, el camino del héroe y los cuentos rusos. Los usos como guías.
¿Cuándo te acercaste al teatro?
Desde niño, motivado por mi madre. Decía versitos en la escuela. Si hago teatro, es por mi madre. Crecí con una idea dramática. No encontraba el lugar; en el Lavardén lo encontré. Tuve una adolescencia hermosa. Si no vivo de lo que me gusta… Mi necesidad no es juntar dinero sino pasarla bien y desarrollarme.
¿Tenes pendiente algún proyecto?
Me gustaría hacer Ubú Rey, Ubú Encadenado y Ubú Cornudo. Necesitaría veinte actores.
Foto del ensayo: cortesía Prensa CTBA (Créditos: Carlos Furman)