Ochava: teatro por corte 15/20
por Azucena Ester Joffe
Compartimos la reseña “Ochava: teatro por corte 15/20″ de Florencia Aroldi, libro de 144 páginas publicado por Editorial Nueva Generación durante 2019
Florencia Aroldi, dramaturga, actriz, gestora del proyecto pedagógico “Leamos Teatro” 1,2,3 y 4 (2013-2015) ha publicado su tercer libro: Ochava: teatro por corte15/20 (2019). En el 2018 presentó: Molinete Conventillo, 10 piezas teatrales y Celosía: teatro por cuartos 15/20. Además, recordemos que su obra La edad de las máquinas ganó el primer premio del Festival para Adolescentes “Vamos que Venimos” (2009) y La infancia de Clara recibió el premio Mejor Teatro para Niños Teatro XXI del GETEA (2012).
A modo de introducción, Aroldi, comenta sobre la ley de Ochava (1821) implementada en la ciudad de Buenos Aires por Bernardino Rivadavia. “Esta medida puede ser vista como una de las primeras en el sistema de vigilancia social”. Necesariamente esto nos remite a Michel Foucault. “En La ley de Ochava, panóptico y ‘vigilar y castigar’ se encuentra la atmósfera que se respira en cada una de estas obras”. (7-8)
Si en Celosía las breves historias, con personajes que “conviven en un ecosistema de oprimidos y opresores”, son comunes a una clase media que intenta sortear la difícil coyuntura social durante la “era macrista” para no descender a la categoría de “pobre”, aquí esos personajes “están heridos, sangran […] se cree lo que el sistema les hizo creer ‘que somos delincuentes’ y que nos merecemos un castigo.” (9)
La escritura dramática de Florencia Aroldi denota una mirada crítica y pone la lupa en los espacios íntimos -un pequeño dormitorio con una cama cucheta, el living comedor/ la sala de estar de un departamento, un despacho, un consultorio médico, una habitación de un taller textil, … En todos ellos irrumpe el espacio público con voracidad. Las coordenadas son precisas en cada pieza – Avda. Libertador, Avda. Santa Fe, calle Reconquista, Polvorines. El hiperrealismo, en esta oportunidad, es más incisivo y con menos humor. Quizá porque la realidad superó la ficción en estas situaciones de la vida domésticas que están atravesadas, en general, por el deseo y el esfuerzo en sobrevivir en un microentorno angustiante. El lenguaje es fragmentado y simple como el de todos los días; el diverso material de disímiles texturas está teñido por nuestro color epocal, por una movilidad social descendente.
La primera obra, Cama cucheta, es una delirante historia donde las tres mujeres -dos pacientes de Pami y su mucama- intentan subsistir a un sistema económico perverso. El Guachito Gil, la Virgen de Luján y un gohonzon budista parecen ser la única esperanza entre Pami Escucha que no atiende, la leche Nido que no está dentro de los precios cuidados, la urgente compra de una cama carro, … y el intento de ensayar los diferentes llantos para no caer más bajo:
Nenó: Braulio nos paga 200 la hora por velatorio y 300 por entierro. Nos tenemos que ir últimas. Besar al muerto, alarido y un intento de infarto.
Alcira: El intento de infarto hágalo usted. Sería como biodrama.
Nenó: Moni, tenés que tener más presencia escénica […] (33)
Lo que parece ser el simple robo de una lata de caramelos importados, en Candy Crush, desata tensión, confusión y contradicción entre el comentario a un abogado al que recurren algunas personalidades mediáticas, la adicción a Netflix, etc., y que dejan al descubierto la bendita “grieta” social y un secreto familiar de años:
Carol: Confesá, yegua.
Gregorio: Carol.
Dominique: Sí. Sí, fui yo, yo les di a mis hijos, a los dos (pone los dedos en v) pero qué debe hacer una madre, ¿acusarlos? Ellos querían probar esos caramelos. Los deseaban. La primera noche les dije que no. Pero a la quinta insistieron. Y les dije que sí. (50)
Río de la Plata, comienza en tono de comedia poniendo el acento en el tema de la ecología, la contaminación, pero también en cuestiones como los juegos de la PlayStation, que están “en línea al Fortnite y el GTA”. En clara sintonía con una muerte anunciada, la de nuestra especie si no tomamos conciencia de una vez por todas. Por el contrario, en Controlate Begonia el final es esperanzador, y está presente el cuerpo como tejido social. Un reencuentro que sucede después de más de cuarenta años por la forzada separación dada la atroz coyuntura de la última dictadura cívico-militar cuando “nadie imaginó lo que vendría”. Pero tanto la memoria colectiva como la individual se funden en el 2×4, mientras “suena Volver de Carlos Gardel”.
Del mismo modo, el resto de las obras breves -Colita, Agapé, Casta y Etiquetame- desde distintas perspectivas, dan cuenta con humor e ironía de la decadencia de una clase media que no se reconoce como clase pobre.
Las ocho piezas que conforman este tercer libro fueron estrenadas, con muy buena recepción en distintos ciclos: Teatro Off Shore, Microteatro o Estamos porque somos. La singular escritura dramática de Florencia Aroldi tiene la textura necesaria, más allá del formato “15/20”, que le permite al lector y/o espectador recorrer las diferentes temáticas que dialogan entre sí en una operatoria que no es ajena a nuestra cotidianidad. Su teatro, con el humor simple que lo caracteriza, busca mantener activa nuestra conciencia social.
A modo de cierre, nos parece pertinente compartir un comentario de la autora:
“El triángulo de terreno libre, hace referencia a lo que no está. Este título nombra lo ausente, lo que no está, Ochava también es esa ausencia, es definir por la negación. En estas obras también aparecen como parte fundamental de nuestra arquitectura intangible, de nuestra sociedad, los 30.000 compañeros desaparecidos, que lucharon por que cada esquina sean encuentros de lucha y libertad.” (9)