Carolina Defossé: “Hacer teatro por Internet es un gesto político”
por Natalia Pascuariello
En esta entrevista, la directora, dramaturga y actriz reflexiona sobre el proceso de adaptación de la obra “Hijas de la pantalla”, la cual deconstruye los lugares comunes de la maternidad y reflexiona sobre la práctica del teatro por streaming.
Desde hace más de una década que Carolina Defossé (Puerto Madryn, 1983) investiga en las posibilidades escénicas del teatro virtual. Pero la pandemia de Covid- 19 le imprimió un nuevo desafío: “Hijas de la pantalla”, una adaptación del texto de Bárbara Molinari, que dirige desde la virtualidad, a la distancia y en su casa, se reestrena los próximos martes 13 y 27 de octubre a las 20.30 a través de la plataforma Tan Cerca (www.tancerca.com.ar).
Fue una performance denominada LPZ-BS.AS (2009), realizada de la mano de la artista Meret Kiderlen, la que sembró su deseo de explorar los límites de la representación teatral. Luego de recorrer distintas experiencias vinculadas al teatro por streaming, en 2017, Carolina Defossé creó Tan Cerca (www.tancerca.com.ar), un espacio para la presentación de obras cortas concebidas especialmente para ser vistas a través de Internet en dispositivos móviles. Bajo su dirección estrenó Medea Virtual, un trabajo intertextual a partir de distintas versiones de Medea (se sienten los ecos de Heiner Müller y Séneca) y con la que se destaca el trabajo a dos cámaras.
Contenta con la creación de la Plataforma, podría volver a vivir a Puerto Madryn sin dejar de lado la creación colectiva con artistas de otras regiones. Pero la ausencia de subsidios para un espacio no legitimado hizo que se dedicara de lleno al teatro presencial: ya instalada en su ciudad natal estrenó el biodrama Trabajo de mago y, a fines de 2019, Hijas, de Bárbara Molinari, una de las tantas obras suspendidas por la pandemia de Covid – 19 que la devolvió a la ya transitada virtualidad aunque con otros desafíos, como el hecho de ser un espacio novedoso para las actrices Marcela Torres (la hija), Tatiana Swidzinski (la embarazada) y Claudia Cuciufi (la madre) y para la escenógrafa y asistente de dirección, Viviana Miranda. Además, cuando comenzó el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio), liberó Medea Virtual y participó en Gárgaras y tormentas huracanadas, una experiencia similar pero sin video realizada por WhatsApp.
-Acabas de reestrenar Hijas de la pantalla, una versión para la virtualidad de la obra de Bárbara Molinari que deconstruye los lugares comunes de la maternidad. ¿Por qué elegiste trabajar sobre este texto y esta temática?
-El espacio evocado en el texto es la playa. Y el mar es el escenario de los recuerdos y de la ficción que va creando la hija. Creo que mi elección tuvo que ver ( en lo conciente) con la relación entre la playa y el mar y el hecho de estar en Puerto Madryn. También me interesa la temática de las relaciones madres/padres e hijas/os y cómo se juega lo profesional en esos vínculos. Me parece que también la elegí por la temática pero desde un lugar más general. No es que me interesa especialmente el tema de la maternidad como sí a la autora, por ejemplo, que lo trabaja muchísimo .
-Hijas se estrenó en 2019 de manera presencial. ¿Cómo fue el proceso de adaptar la obra a la virtualidad?
-El proceso fue muy intenso, las actrices casi no habían trabajado para la cámara.
-El teatro de Hijas de la pantalla no es el teatro virtual como lo conocías antes de la pandemia. Porque si bien Medea Virtual estaba mediatizada, había técnicos y camarógrafos o incluso tenías la posibilidad de estar presente físicamente con los actores. Ahora las actrices también son técnicas, manipulan las cámaras, por ejemplo…
- Sí, también fue un desafío interesante pensar que la obra ya no iba a ser la misma. Sin embargo, encuentro mucha más conexión con la obra ahora, como si las ideas de puesta en escena a partir del texto que estaban como semilla siguen ahí, brotan para un lado u otro pero la semilla es la misma. Es diferente: ahora hay nuevos desafíos y posibilidades. Al principio las vivo como limitaciones y una vez que vamos avanzando enseguida se vuelven posibilitantes.
-¿Cómo surgió la plataforma “Tan cerca”?
-Surge de toda esa curiosidad de seguir haciendo obras en Internet y también de las limitaciones y de la hostilidad propia del teatro. En mi experiencia, y creo que en la de mucha gente de la comunidad teatral, es bastante agotador. Habrá quienes tienen la visión más romántica y encantada de la práctica. Para mí el teatro era y es una necesidad de expresión, una decisión de vida, pero también un trabajo en el sentido estricto de la palabra, un esfuerzo, un parto a veces difícil. Entonces me parecía maravilloso poder hacer una obra sin tener que pagar sala de ensayo, por ejemplo. Hay cosas muy básicas que hacen que a veces producir se vuelva difícil. Pero también pensaba en hacer obras desde cualquier lugar. Siempre me interesó el cine y las imágenes tanto como el teatro y, si bien inscribo mis prácticas en lo escénico, este proyecto es una síntesis de ambas.
-En este sentido, ¿Cómo definirías el teatro virtual?
-Bueno, ya no lo definiría como “virtual”. Soy salvaje con el uso de los términos y la teoría. Hago uso y abuso y, a veces, es como si usara destornilladores para sacar clavos. Los termino sacando pero de una forma medio brutal. Las palabras que uso a veces me juegan en contra. Prefiero decir “teatro digital o teatro por Internet.” Lo definiría pensando en las razones por las cuales hago teatro. Hay ciertas cosas que quiero decir, ciertas historias que quiero contar. Y, a partir de ahí, encuentro que esta forma “nueva” en cuanto a su característica de “teatral” me resulta o me resultaría (en ese sentido sí es virtual) para traficar mundos y visiones de mundo. Si esto funcionara podríamos hacer teatro desde Los Altares y verlo en París o en Corrientes y viceversa. Eso sería además de interesante, un gesto político enorme. Creo que democratizaría, abriría mundos y todo eso que el teatro hace pero que antes parecía que sólo podía hacer cuando se compartía el mismo espacio físico. Entonces lo defino como otra posibilidad de hacerlo compartiendo un mismo “espacio virtual/digital / mediatizado.”
-¿Por qué afirmas que el teatro por Internet es un “gesto político”? ¿En qué sentido “democratiza”?
-Democratiza porque la distancia deja de ser un impedimento al acceso y a la difusión de producciones culturales. Y es un gesto político porque se problematiza el lenguaje en sí, se “deconstruye” y ahí se abre un campo de posibilidades. Se está en sintonía con los cambios del mundo, se los usa, pero también se reflexiona y poetiza este mismo “nuevo mundo”. Ahí está para mí el gesto político que está implícito en cualquier arte que esté en sintonía con el tiempo, la época en que acontece.
-¿Qué opinás de la proliferación de obras de teatro que se transmiten por Internet a partir del ASPO?
-Por un lado, prolifera mucho el teatro filmado. Pero de eso no estamos hablando, aunque es interesante que suceda. No creo que haya mucha proliferación de obras porque justamente lo que veo que hacen es “transmitir” obras grabadas, quizás enmarcadas y hechas especialmente para la Cuarentena, pero están más cerca de ser un corto hablado a cámara que algo teatral. Me parece que se abre un mundo de posibilidades que me encanta y me da cierta impotencia a la vez. Para hacer una obra de estas características se trabaja mucho, se necesitan muchos recursos y a la vez muy pocos. Creo que soy un poco vaga. A veces quisiera soplar y ver la obra puesta, a diferencia de la moda o la tendencia me cuestan los procesos. La filosofía actual o new age dice que lo importante es el camino y no llegar, lo importante es el proceso y no el resultado y, la verdad, adhiero a la idea pero no lo vivo así y solo capitalizo el proceso una vez que veo materializada la obra, el resultado.Todo esto es un problema porque creo que se necesita una reflexión profunda sobre los dispositivos y, sobre todo, una dramaturgia específica. Eso lleva mucho tiempo pero parece que no lo hay y lo importante es estar en escena, no importa con qué. Bueno, es un poco lo que pasa en otro plano y ahora se traspasa a este. Aunque la experimentación me parece genial, no digo que “haya que practicar esa reflexión” que creo que se necesita. Cada cual hace lo que quiere y puede…
-Escribiste tu tesis de posgrado sobre el teatro virtual antes del ASPO y la proliferación o adaptación masiva del teatro a la transmisión vía streaming. ¿Con qué prejuicios tuviste que batallar al considerarlo teatro?
-La batalla principal es la legitimación para ser parte del sistema. Por ejemplo, cuando llegué a Puerto Madryn había estrenado “Tan Cerca” en CABA y llevé el proyecto a provincia y al Municipio y ninguno apoyó. Creo que porque no se entendía. La comunicación no es lo mío, sí lo es el arte, pero así y todo creo que había una especie de prejuicio sobre esta práctica. Después me contacté con la coordinación del Cervantes de ese momento y me respondieron que no sabían cómo ayudarme. Mi propuesta era simple: que nos ayuden a programar y transmitir obras desde y para diferentes lugares del país. Bueno, mi tesis le da sustento a eso. También era difícil acceder a subsidios. En el INT los espacios son sólo espacios físicos (al menos hasta hace un tiempo) y lo mismo con las obras. Esta situación va a ser positiva para todo esto y ahora va a ser más fácil. Creo que hay que poder aceptar que la experiencia teatral no se da necesariamente por compartir el mismo espacio físico. Lo importante es qué se hace, qué preguntas tenemos como artistas más allá de la necesidad de expresarnos y de la necesidad del público de entretenerse. Pero claro: antes “ no era teatro” y ahora “es todo teatro, pongo la cámara, actúo y es teatro.” Pienso que tampoco es así: se requiere una investigación, buscarle la vuelta al medio y eso lleva tiempo y trabajo. A veces no se logra, a veces se logra algo, pero no quedarnos en el facilismo me parece fundamental. Ahora estamos en pandemia y nos agarró una especie de piedad por cualquier cosa que se hace y eso no aporta. Nos mimamos un poco porque es verdad que producir cuesta muchísimo. En conclusión, está bueno que se haya “legitimado” el teatro por Internet y esta batalla esté ganada, pero ahora la batalla es “teatro por Internet no es prender la cámara y hacer cualquier cosa ¿O sí?”.
- ¿Cómo te imaginás el teatro post – pandemia?
-No me lo imagino. Creo que será como ahora pero con lo de antes. O sea, de todo. Y quienes son artistas comprometidos batallando por el arte contra el entretenimiento vacío …qué se yo. La batalla es esa en definitiva. No es tanto si es cine, si es teatro o es TV en vivo. Es qué, por qué y para qué. Sin caer en bajar líneas ni en panfletos. Si no abrir preguntas, generar movimiento.