Linge: El derrotero de un payaso.
Este unipersonal de la Compañía Teastral, de Paraná, se presentó en la ciudad de Santa Fe.
El derrotero de un payaso, ¿cuándo empieza, cuándo termina? ¿Cuál es, o más bien, adonde está la casa de un payaso? El payaso siempre está en movimiento, siempre hace, siempre sabe, o cree que sabe y siempre prueba y a veces le sale y a veces no le sale, siempre disfruta, siempre padece, siempre comparte lo que le pasa. Será por todas estas cuestiones que el trayecto del payaso tiene tanto en común con los sueños y los enlaces caóticos que se producen en los sueños. El payaso siempre está en algún borde, en el límite. Fuera de ese límite está el baldío de la locura. Ahora bien, ¿el payaso sabe que es payaso? ¿o en el momento en que empezó a payasear ya no le importó ser o no ser payaso? Es decir, estableció una relación consigo mismo en la cual se deja gobernar por lo fácil, lo ligero, lo alegre, en donde hablar o razonar ya no cuentan. Porque ya supo todo aquello que necesitaba saber. Y a consecuencia de eso, acepta su destino de payasear y lo lleva adelante con tragicidad y grotesco. Y viaja, recorre, navega la tierra llevado por los vientos de aromas a vino y mujeres apetecibles, que no siempre encuentra. El payaso también persigue espejismos. Dicen los que saben que el barco, las velas, el viento que es el soplo de Dios, los astros que son sonrisas demoníacas, la mar que no ofrece puntos fijos en la soledad sin costas a la vista, son los mojones que llevan a la entrada a la locura, al baldío, más allá del límite, en donde un torbellino que surge de lo sombrío, profundo y acuático, desde caos y el desorden borra ese umbral y lo presenta y retira al prisionero del viaje, al payaso. El payaso escucha en su cabeza la risa de los locos que entraron al baldío y descubrieron todos los engaños. Pero el payaso quiere jugar. Saltar por la borda de la Nef des Fous, La Nave de los Locos es no volver.
Algo de todo esto trasunta la puesta, que arranca en una atmósfera surreal y luego transita un viaje interminable en donde todo se cruza, y los espacios y tiempos escénicos y dramáticos se solapan hasta hacerse convivio escénico (el payaso me dio la oportunidad, completamente inesperada para mi, de compartir, payasear y también robarle un poco de escena…). Y la escenografía, engañosamente simple, que ofrece puntos de juego constantes, me recordó, ahora que escribo y reflexiono, justamente a las velas de una nave con un ridículo palo mayor sobre el que luego se posa una luna inverosímil. Ahí dentro de esa nave están los artefactos del viajero payaso, sus valijas, sus botellas, su acordeón con el que toca y canta durante su viaje, canto al que, si uno quiere, está invitado a sumarse. Y esta nave navega en base a un despliegue actoral, escénico, corporal, textual, de vestuario, que me impactó. ¡Chapeau! Como actor no tengo dudas sobre la delicia que debe ser poder lograr algo así. Como espectador, me reí como me gusta hacerlo, a los gritos y sin medida. Lo lamento por aquellos que me acompañan, a quienes suelo importunar. Debe ser porque dentro mío, en ese lugar preciso, está el payaso siempre dispuesto a viajar.
Ficha Técnica
Grupo: Compañía Teastral – Paraná
Obra: Linge
Actúa: Ezequiel Caridad
Asistencia: Paula Righelato
Dirección General: Jorge Costa
Obra Premio Teatro del Mundo, Centro Cultural Rojas, UBA.
Obra seleccionada para la Fiesta Regional de Teatro Centro-Litoral 2018 – INT
Crédito de las imágenes: Producción.