María Delfina, fantasmas y resonancias.
por Fernando Belottini
En el espacio cultural entrerriano “Pueblo Viejo”, de Concordia, se presentó la puesta en escena “Maria Delfina”, con dramaturgia de su director, Joaquín Gómez (Bombín Teatro producciones independientes -Gualeguaychú-).
El domingo 6 de marzo próximo pasado, en ese ya épico espacio cultural entrerriano que es Pueblo Viejo de Concordia, se presentó “Maria Delfina”, una obra que intenta recrear los días y años posteriores de María Delfina Menchaca en Concepción del Uruguay, luego de que en el invierno de 1821 dieran muerte a su compañero Francisco “Pancho” Ramírez, el caudillo entrerriano creador de la República de Entre Ríos y de activa participación en las luchas federales de nuestro país.
Me refiero a “intenta recrear” porque se sabe que todo pasado deviene como ficción, y captar y situarse en el sentir de los personajes que lo habitaron, allá lejos y hace tiempo, tiene una doble dificultad: la de traernos una realidad inasible y la de convertirla en un hecho artístico.
Esas dificultades son salvadas mediante recursos estéticos que en esta puesta apelan a cierto minimalismo escenográfico y de vestuario (solo una mesa, una silla, un mate, bruma, un cambio de ropa), al manejo del relato que juega con el flash back y la ensoñación, a actuaciones donde los personajes denotan compromiso con el texto y nos hacen “ver” la Historia sin que como espectadores debamos tener un acabado conocimiento de ella.
Pero nos quedaríamos en detalles si no tratáramos de captar las resonancias de lo que significa para nuestra historia (como entrerrianos, como argentinos) el sentimiento de culpa y miedo que padece La Delfina, acosada por mandatos de la madre de Ramirez (Tadea Jordán) y de las tropas, de no cesar en la lucha por la dignidad de la tierra y, a la vez, en su propia desolación por sentirse el factótum de la suerte de su compañero.
Un sentimiento de culpa que lleva a la depresión, y el miedo, que paraliza toda intención reivindicativa (se cuenta que no se supo de actuaciones públicas de Delfina luego de dieciocho años de aquel trágico acontecimiento).
Por otro lado, vemos la impotencia de la madre de Ramírez de no “tener el cuerpo” para acabar con el duelo y, de ello, sabemos de sobra por nuestras Madres.
Es decir, la obra actualiza también hechos recientes de nuestra historia, de otras luchas, menos territoriales, vigentes quizás, emparentadas con la idea de justicia social.
Dejando de lado el drama personal, la asimilación de la Tragedia como hecho teatral y la exaltación de esas figuras femeninas, hoy rescatadas en otros tantos relatos bienvenidos, preferimos acercarnos a “María Delfina” como un constructo artístico con profundo sentido político, donde aparecen combates, traiciones y las múltiples aspiraciones -tan vigentes- de los poderes fácticos.
De qué serviría el teatro, además de conmovernos de distintas maneras, sino para entender y entendernos en nuestro transcurrir existencial y como sujetos sociales a la luz de una esclarecedora memoria, evocada con pericia en esta obra.
Ficha técnica:
Dramaturgia: Joaquín Gómez.
Actuación: Irene Castel, como María Delfina / Joaquín Gómez, como Francisco Ramírez y narrador / María del Valle Strada, como Tadea Jordan / Gustavo Lencina, como Portes.
Diseño y puesta de luces: Horacio Novell.
Operación de luces y sonido: Patricia Arrieta.
Diseño de vestuario: Jimena Biga.
Realización de vestuario: Andrea y Carmen Quinteros.
Diseño gráfico: Carlos Ruiz B. k.
Musicalización: Marcelo Michel.
Fotografía: Pablo Daroca.
Dirección y puesta en escena: Joaquín Gómez.
Producción: Bombín Teatro producciones independientes (Gualeguaychú).
Foto: Omar Lagraña