10 preguntas a 1 teatrista: MATEO se asoma al mundo de Luigi Serradori
Cuestionario MATEO
Desde Monte Caseros, provincia de Corrientes, el joven Luigi Serradoni le cuenta a MATEO su experiencia en el campo teatral y asegura que a las provincias les falta quitarse “el miedo que impusieron históricamente desde los centros”.
1. ¿Qué proyectos teatrales estás desarrollando actualmente?
Desde el 2013 con el grupo de teatro Raíces estamos moviendo “Patria de Hostia” con dramaturgia y dirección a mi cargo, la actuación es de Sebastián Cardozo. El crimen a Octavio Romero fue el punto de partida para construir esta ficción. Con el grupo Raíces encontramos la noticia sobre un hombre de prefectura que aparece muerto; iba a ser el primer hombre de las fuerzas armadas en casarse bajo la ley de matrimonio igualitario. Fue un caso poco conocido y casi sin resonancia en los medios. Aún hoy sigue la investigación. Hoy, además, estamos iniciando la preproducción (acercamientos y tratamientos) para abordar el montaje de “Otilia Buenaventura”, un texto también de mi autoría que fue seleccionado en el concurso nacional de obras de teatro del INT (2014) por región NEA. En este proyecto yo trabajaría desde la actuación. Por otra parte, como dramaturgo, estoy tratando de concluir la escritura de una obra que me viene batallando desde hace años. En el plano de la docencia dicto asistencias en actuación a compañeros de la región becados por el INT, y una asistencia técnica a un grupo de actores de Curuzú Cuatiá en el marco del plan de desarrollo de la actividad teatral, programa desarrollado por la delegación del INT Ctes. También desarrollamos un taller de teatro llamado “La Dominga” para niños y adolescentes de barrios emergentes de Monte Caseros y que no tienen acceso a un taller de teatro.
2. ¿Qué mirada tenés del público que asiste a tus producciones? ¿Pensás en el público cuando hacés teatro?
Creo que no faltamos a la verdad si decimos que cada teatro tiene el público que merece, y que, consciente o inconscientemente ha buscado el teatrista desde su labor. El público, la cantidad o calidad del mismo, es la consecuencia o la extensión del compromiso del hacedor teatral con su arte. La medida de nuestro valor creador por el teatro es el efecto multiplicador y expansivo que convoca, aleja, provoca, permite el goce, apatía o rechazo en el público. Cuando asistimos a un espectáculo, a los cinco minutos podemos advertir si se ha contemplado al público como cuerpo esencial en este gran cuerpo que es el teatro. Pienso que vivimos un tiempo en que es necesario (absolutamente) reparar el vínculo entre teatro y público. Volver a crear un puerto común que nos integre a todos. No es casual que festivales y fiestas de teatro convoquen (entrada gratis de por medio, a muy bajo costo: tres tomates valen más que una de estas entradas) a mucha gente, y que luego, cada grupo individualmente no pueda llenar una sala de 70 o 100 butacas o lo haga unas pocas veces. Es un tema complejo donde juegan muchos elementos, pero fundamentalmente pienso que la responsabilidad de una sala casi vacía es del hacedor teatral. Por otra parte, tratando de responder a la pregunta en su totalidad, siento que la creación, en su sentido más profundo no piensa en términos de convocatoria masiva. Sencillamente no lo hace porque es un salto al vacío el acto de crear. Si la pregunta apunta a pensar en un público específico, desde la producción, como una forma de “estrategia o caza de espectadores” y desde este concepto iniciar una propuesta mi respuesta es no. Nunca sé qué voy a escribir ni cómo voy a montarlo y tampoco mis necesidades estéticas parten de una especulación desde el gusto del público. Pensar al teatro como si fuera un río y la diversidad de peces que este río tiene exige un determinado tipo de anzuelo para pescarlos, no es un buen punto de partida. En todo caso, siguiendo esta imagen del río, lo que uno puede hacer es lanzar una red al agua y el pez que se quede atrapado bienvenido sea. Ahora, sí pienso en él cuando lo veo como receptor en este rito, donde comulgamos teatristas y público. El público, sobre todo en nuestra región, debe asumir su lugar activo en la escena y completar el trabajo que uno propone desde una obra, pero para eso somos nosotros los que tenemos que abrir esta puerta para ellos.
3. ¿Qué creés que caracteriza/identifica al teatro de tu provincia/región, en cuanto a propuestas estéticas, temáticas y/o ideológicas?
Nos caracteriza la orfandad en materia de universidades. Esto no tiene que significar necesariamente algo negativo, pero sí lo es a la hora de hacer un visionado general de nuestro teatro, ya que la falta de inventiva y de coraje para lanzarnos solos a construir una lengua teatral propia no aparece. Nos caracteriza caer en la trampa y confundir cantidad con calidad. Cuando veo a colegas montando obras cada dos meses, y que, generalmente son obras ya probadas y aprobadas en las grandes metrópolis, y los colegas hacen una especie de calco difuso de esas puestas (A veces viajan a Bs As a ver las obras, otras veces la ven por You-tube) siento que estamos muy lejos de alcanzar el territorio y potencia que el teatro ofrece tan generosamente. Así, es lógico que el público se aleje, porque nosotros ya nos alejamos desde el momento en que tomamos estéticas ajenas. Haciendo esto: representarnos intentando representar otras estéticas e intentando engañar al público haciéndoles creer que lo que hay en escena es fruto de una búsqueda personal del teatrista. Lo cual es terrible, porque así lo que conseguimos es reproducir la psiquis, el cuerpo y las urgencias de otros hombres y mujeres y sus ciudades. Estas palabras “tomadas” y desarrolladas al voleo se vuelven silencio estéril en el teatro. ¿Que son válidas estas elecciones? Sí. En la medida en que la decisión sea consciente. Algo así como decir: hago esto porque no se me ocurre nada o porque tengo que transitar este camino hasta que descubra lo que tengo para decir, y sepa cómo decirlo. Pero yo creo que se hace esto por miedo a pronunciarse. Porque se cree que es más fácil jugar con las cartas de otro que con las de uno mismo. Insisto en esto: no estoy diciendo que debamos hacer postales telúricas sobre Corrientes o Chaco, Misiones o Formosa, lo que estoy expresando es que no veo una estrategia, una planificación y un coraje creador original que arriesgue un pensamiento y una posible poética. Lo que vulgarmente se dice “comprar hecho” es el peor destino que podemos elegir como teatristas. “Pensar contra uno mismo” planteaba Artaud. El teatro como una zona estimulante y peligrosa. Cuando esto no sucede yo lo siento como una falta de respeto a la creación y al público.
4. ¿A qué teatristas recomendás conocer en tu región y por qué?
Para recomendar están los críticos, y a veces, mal que nos pese. Yo entiendo que uno de los propósitos de estas diez preguntas es crear líneas de conexión y difundirnos entre nosotros, y en parte celebro eso. Pero también hay que ser conscientes de que así podemos caer en una especie de camaradería conveniente. Creo en la palabra y en el silencio del público. El público, formado o no, pocas veces se equivoca. Puedo decir sin problemas que el trabajo de mi madre (Susana Bernardi) logró una poética propia con obras como “Gurka” y “La Pasión del Piquetero” de Vicente Zito Lema. Pareciera una contradicción esto que digo ya que Vicente es un autor de Buenos Aires. Pero no es así, porque lo que ella hace es reinventar estos textos desde una búsqueda muy personal; sin dejar de ser toma la palabra de un autor y potencia su identidad como creadora. Podemos montar cualquier texto, sea éste de Córdoba, Mendoza o París, lo que no creo que sea necesario es no hacer el mínimo esfuerzo por atravesarlos y reinventarlos desde nuestros cuerpos, silencios, texturas, etc. De mi generación es necesario decir que estamos bastante lejos de constituirnos como creadores. El falso optimismo suele ser más dañino que el peor de los pesimismos. Hay intenciones por crecer, pero no veo los resultados. Es momento (porque vivimos un momento histórico cultural que lo permite) de parar la pelota y decidir si vamos a seguir dejando que manipulen nuestra creación desde la mirada de las metrópolis con toda su parafernalia, o empezar de una buena vez a caminar solos, con todo lo que eso implica.
A los hombres y mujeres de la generación que nos antecede les debemos mucho: su capacidad de sostener el acto teatral en las condiciones más complejas; su lucha por la ley que dio vida al INT. Su fuerza incansable y la pasión que nos trasmitieron por el teatro. Me han gustado trabajos de Carolina Gularte de Misiones, su teatro posee una sensibilidad y dureza que pocas veces he visto. Víctor Cardozo (Chaco, Resistencia) viene desarrollando con su grupo un trabajo desde la escritura muy rico y con gran fuerza en materia de actuaciones. “Recoveco Chino” es una de las mejores obras que vi en los últimos años. Destaco el trabajo de Alejandro Barboza y Javier Lúquez Toledo, uno desde Ctes y el otro desde Chaco, quienes están construyendo grupos donde los roles no son estáticos; sus producciones varían en diferentes propuestas y temáticas. Ángel Quintela y su grupo mantienen una línea muy clara sobre lo que quieren hacer y han constituido su público. La dramaturgia de Gladis Gómez es interesante ya que la construye desde un lugar de identidad sin caer en regionalismos mal entendidos: “Escrito en el agua” y “La Gringa Loca” son buenos ejemplos. Lo mismo ocurre con la dramaturgia de Mauro Santamaría en sus obras “Dionisia, la menora” y “Señor Tompkins”.
5. ¿Qué le sobra y qué le falta al teatro de tu región?
Hablo de mi generación. Nos sobra falta de inventiva, modorra intelectual, un coraje original definido. Quitarnos el miedo que impusieron históricamente desde los centros. Tenemos que soltarle la mano a la necesidad de premios, reconocimientos. Todo ese ruido nos adormece, nos despista y nos quita la posibilidad de crear desde la alegría. Nos sobran ganas y nos faltan recursos. A veces se trata del simple ejercicio de pensar, el más básico de todos. A muchos teatristas si les preguntás quién fue Karl Marx, Ezra Pound, Velmiro Ayala Gauna o Jacobo Fijman no lo saben, pero sí saben quién fue Steve Job. No está mal saber quién fue Steve Job, pero ¿cómo vas a desarrollar tu teatro si no conocés algo de la historia del mundo que pisás? Muchos ni siquiera practican el acto de leer o leen un par de artículos sobre teatro y se mandan a montar, y después se mandan a competir en fiestas, y lo más terrible es que a veces llegan a fiestas Nacionales, y llegan porque estos muchachos no saben quién fue Fijman o E.M Cioran, pero sí saben hacer lobby, o porque los jurados vieron “un no sé qué” y en fin… así estamos. Profesionalizar en materia de producción, asumir el espacio amoroso que el teatro implica; críticos que nos ayuden a pensarnos (incluidos ellos) sin preconceptos ni prejuicios. Para resumir: lo que nos sobra es una falta y lo que nos falta es un despropósito.
6. Para vos, ¿qué es la felicidad en el plano artístico?
Escribir, actuar, crear universos y divertirme haciendo eso. Vivir de la palabra ganada y de las obras que monto sin tener que hacer lobby ni rendirme a las olas vanguardistas impuestas por los voceros que habilitan y promueven los temas a tratar y cómo tratarlos. El mercado o industria teatral debe ser bueno hasta que se instala una especie de lógica que marca la cancha. La felicidad en el plano artístico sería poder comprarme la colección completa de la obra de George Tabori sin tener que estafarme a mí mismo en el plano de la creación. Resulta muy difícil mantener una búsqueda; búsqueda que implica estudio, integridad, error, honestidad intelectual, ejecución del hallazgo de una posible poética como resultado de la búsqueda y poder llegar a fin de mes. Por otra parte, lo que cualquier creador necesita es alimentar esa fuente que es el deseo de crear. De mi maestro en la escritura Vicente Zito Lema aprendí que estética es belleza y verdad. No se llega a ella si no se tiene el valor de intentar enfrentar estos dos cuerpos, monstruosos por cierto: belleza y verdad.
7. ¿Hacia dónde creés que se encamina el teatro en Argentina?
Participo desde hace muchos años en fiestas nacionales del INT donde dicen se expone la vidriera teatral argentina; lo mejor de cada lugar, pero no creo que pueda responder a esta pregunta, necesitaría hacer un análisis y un estudio profundo, y para hacer esto se necesita dinero, y luego arriesgar un pronóstico. Sí me animo a decir que veo una gran cantidad de producciones que no necesariamente significan calidad. Veo que hay muchos “hijos del mercado teatral” y muy pocos creadores.
8. ¿Qué te apasiona cuando vas al teatro? ¿Qué actrices y actores te deslumbraron sobre el escenario?
Sentir la pizca de ansiedad mientras estoy esperando para entrar a ver la obra. Me apasiona ver una historia que me revele, que alumbre lo desconocido, que me asombre e interpele y no subestime mi presencia. Ver a un actor y desentrañar una historia junto a él y así olvidar que estoy asistiendo al teatro, esto (creo yo) es lo más parecido a asistir y ser parte de un milagro. Carlos Leyes como actor en una puesta de “Barranca Abajo” de Florencio Sánchez, me maravilló en Formosa hace unos años, aún hoy tengo la imagen física de la increíble entrega de energía y técnica que brindó ahí para nosotros. “Reservorio” de y con Marcelo Padelin, la vi hace más de diez años, una obra potente y personal que me dejó impactado. Soledad Serradori (mi hermana) en la obra que montamos juntos “Las Hijas Idiotas” también me maravilló, por su audacia, libertad en el juego y potencia creadora. Una pena que ahora se dedique a la psicología. Aprovecho este espacio para decirle que recapacite. (Risas)
9. ¿Nos mandás una foto de algún objeto de tu casa que remita a las artes escénicas?
Una foto: mi hija Paloma durante una gira de la obra “Patria de Hostias” mientras estamos montando la planta de luces, ella, con la paciencia amorosa del niño espera en el escenario para que suceda el hecho teatral. Esta imagen (Escalera, sombra del spot en la pared, etc) me remite a algo esencial del teatro que no sé muy bien cómo definirlo.
10. Si pudieses tener un encuentro con un/a teatrista de cualquier tiempo y lugar, ¿a quién elegirías?
George Tabori. Urdapilleta. Copi. Becket (en el momento en que escribió “Esperando a Godot”). Klaus Kinski. Discépolo. Arlt. Bartís. Arthur Miller. Lorca. Rodolfo Walsh.