«Escribo para leer. Leo para escribir»
por Olga Penelas
Esta entrevista con Mariano Tenconi Blanco permite explorar los procesos creativos de La Vida Extraordinaria, pieza que se reestrenó en el Teatro Nacional Cervantes durante 2019.
Este dramaturgo y director ha participado en múltiples proyectos teatrales. Fue Galardonado con el Premio Teatro del Mundo a Mejor Dramaturgo por Quiero Decir Te Amo y con los premios Hugo por el Mejor Libro y Dirección por La Fiera. Conjuntamente con estas actividades ejerce la pedagogía de la dramaturgia y de la actuación. Su obra La Vida Extraordinaria conmovió a los espectadores y la crítica no sólo por su texto poético sino también por su puesta en escena. Hoy encontramos en la cartelera porteña Todo tendría sentido si no existiera la muerte, obra que, como la anterior, aborda temáticas esenciales al hombre. Nos acercaremos a sus decisiones estéticas y así conoceremos los entretelones de esta entrañable pieza teatral.
¿Cuál fue la idea disparadora que lo motivó a concebir este texto?
Un poco el punto de partida fue la docencia y otro poco seguir pensando la relación entre teatro y literatura. Fue más o menos así: en mis cursos de dramaturgia me interesa que mis alumnos puedan llevar adelante todas las formas de escritura, como entrenamiento para escribir teatro. Entonces pensé que había algo en ese ejercicio que era interesante. Y luego noté que en esa idea podía ir más allá en una búsqueda que vengo llevando hace tiempo, y es la relación entre dramaturgia y literatura en general. Si en Todo tendría sentido si no existiera la muerte quise escribir una obra de teatro que es, además una novela, con La Vida Extraordinaria quise hacer que toda la literatura (narrativa, poesía, cartas, diarios íntimos) se convierta en teatro.
¿Por quién se siente inspirado a la hora de escribir y dirigir?
Por los libros. Cada proyecto de escritura es, además un proyecto de lectura. Escribo para leer, leo para escribir. Incluso leo mejor cuando escribo. Y entonces leo para escribir y encuentro mis textos en otros textos.
¿Cómo fue el proceso creativo en los ensayos?
Fue muy fructífero. Si bien la obra estaba terminada, y premiada (lo cual siempre es una tentación a no modificar demasiado), yo tenía algunas ideas de estructura que me harían modificar el texto. Asimismo, siempre mantuvimos un diálogo franco con las actrices. Mi idea era encontrar una obra que nos identifique absolutamente a los tres, o a los cinco, contando a los músicos. Y por eso fue importante probar, conversar, y luego decidir.
¿Cómo surgió la fusión entre lenguajes artísticos?
Fue una idea que tuve desde el origen, a la hora de pensar la puesta en escena. Pensaba que los diferentes soportes (música y video) tenían correlación con las diferentes formas de escritura que constituyen la obra. En el caso de la música fue sencillo, llevamos varios años y varios proyectos con Ian Shifres. En el caso del video trabajé con Agustina San Martín, una cineasta genial, que fue premiada en Cannes. Tuve que probar mucho y descartar, y la hice trabajar bastante demás a Agus, que siempre tuvo colaboración y ofreció su gran talento. Los videos que quedaron están increíbles
¿Por qué eligió el sur como espacio ficcional?
Yo quería situar mi ficción en la Patagonia, pero luego comencé a pensar que podía llevarlo todavía al más extremo. Me interesaba ver la literatura argentina con la nieve como telón de fondo, algo menos habitual. Y la ciudad del fin del mundo me arrojó, valga la redundancia un sinfín de metáforas y nuevas relaciones. No había ido nunca a Ushuaia. Fui este año a dar clases, y es tan hermosa como la había imaginado.
¿Qué rol juega el mundo femenino en la obra?
Se me da por escribir siempre personajes femeninos, no sé bien por qué. A fuerza de recibir esta pregunta he encontrado en mi infancia algo que puede justificarlo. Me quedó grabado desde niño, la conversación de las dos mujeres que me criaron, mi madre y mi abuela, ambas uruguayas. Mi abuela nació en la frontera entre el Uruguay y el Brasil, y siempre habló una suerte de portuñol extraño. Generalmente mi abuela le contaba el episodio de la telenovela que mi mamá no había podido ver. Le contaba los hechos pero también lo que mi abuela imaginaba que pensaban o sentían los personajes, a veces nombrados como tal y otras nombrados como los mismos actores. La narración duraba más que el propio capítulo perdido. Esa conversación sobre la telenovela de la tarde entre estas dos mujeres sigue siendo la música que me dicta las obras.
¿Cómo convive con los roles de dramaturgo y director?
Para mí escribir es pura felicidad. Puedo manejar los horarios con libertad, volverme ermitaño Dirigir es hermoso y horrible al mismo tiempo. Uno debe volverse social, ordenar los horarios (propios y ajenos), ser social. Disfruto poder hacer las dos cosas, una me hace mejor en la otra. Hacer sólo una no me daría la misma felicidad.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Estoy trabajando en una serie de obras que gira en torno a la relación entre Europa y el origen de la Argentina, en el siglo XIX. Se llama La Saga Europea y consta de cuatro obras. Cronológicamente (lo cual no indica que vaya a mostrarlas en ese orden) la primera se llama Las Invasiones Inglesas, y cuenta la llegada de un actor inglés a fundar un teatro en Buenos Aires, y en el medio suceden las invasiones inglesas. En Las Cautivas se cuenta la historia de una francesa que es tomada como cautiva por una tribu, y una india de esa tribu que se enamora de la francesa y decide fugarse con ella. En Las Ciencias Naturales seguimos las aventuras de dos naturalistas alemanes que viajan por Argentina y conocen a Rosas, a un gaucho y su mujer, a una compañía de circo itinerante, y muchas aventuras más. Y la última sería Las Traducciones, y giraría en torno a la Divina Comedia. Espero estrenar Las Cautivas y Las Ciencias Naturales en la segunda parte del 2020.
Foto: Gustavo Gorrini – Gentileza Prensa TNA – TC