Diálogo con Emiliano Dionisi y Roberto Peloni: Una dupla que se arriesga a los desafíos y disfruta transitarlos

por Rocío Villar

Foto: Luis Ezcurra – Fuente: https://ciacriolla.com/esp14.html

Entrevista a propósito de la obra «El Brote» de la Compañía Criolla

Suele afirmarse, y con razón, que Buenos Aires es una de las capitales teatrales más importantes de Latinoamérica y, me atrevería a decir, de todo el mundo. Este fenómeno se debe a que cuenta con una enorme producción de obras y una excelente calidad artística. Estamos acostumbrados y acostumbradas a tener una cartelera repleta de grandes estrenos, tanto en el circuito comercial como en el oficial y el independiente. Por eso, cuando aparece una obra como El brote, que hace estallar todos los niveles que creíamos estabilizados, el cuerpo se nos conmueve, es decir, se pone en movimiento, se sacude, tiembla y se maravilla frente al hecho teatral como si fuera la primera vez que asiste a una función.

Esta producción de la Compañía Criolla, cuyo estreno fue en febrero de este año en El Teatro del Pueblo, donde actualmente sigue haciendo tres funciones que se agotan mes a mes, vuelve a reunir a Emiliano Dionisi, en la dramaturgia y la dirección, y a Roberto Peloni en la actuación.  Una dupla que se arriesga a los desafíos y disfruta de transitarlos.

La historia de Beto, el protagonista de este unipersonal, nos hace viajar por la historia del teatro universal en un recorrido que va de Shakespeare hasta los clásicos, pasando por Calderón de la Barca y Lope de Vega, entre otros. Es también, una clase magistral de actuación y de lo que es el teatro. Es la vida cuando el deseo es tan grande que a veces desborda, se violenta y también enternece. Dionisi nos presenta un texto complejo que pone de manifiesto su madurez como dramaturgo, evidenciando su experiencia y conocimiento teatral y, al mismo tiempo, propone una puesta en escena que puede desprenderse de él y jugar libremente. Es allí, en ese juego, en el que Roberto Peloni deslumbra, se entrega por completo y despliega todo su histrionismo. Es un acróbata que lleva al límite la interpretación saltando al vacío con la certeza de saber a dónde va a caer.

Por todas estas cuestiones y muchas más de las cuales sería imposible transmitir en una reseña, porque como ya sabemos, el teatro se juega ahí, en esa experiencia efímera entre actores y públicos, es que prefiero dejarle la palabra a ellos para que puedan contar un poco sobre cómo fue el proceso de gestación de El Brote.

RV: ¿Cómo se generó el proyecto de volver a trabajar juntos y la temática de la obra?

ED: Teníamos ganas de volver a trabajar juntos, habíamos hecho Cyrano del más acá (2017) en el Cervantes y Huesito caracú (2019) y después una locura por streaming para despuntar un poco el vicio en la pandemia y no volvernos locos. Roberto quería volver a hacer un unipersonal, entonces empezamos a buscar materiales. Apareció una obra inglesa que era muy linda pero que había que adaptarla demasiado. Entonces le dije dame un tiempito que me siento a escribir y veo que sale. Y me entusiasmé con la idea, escribí una primera escena en la que había un actor muy obsesivo que cuenta como es estar en escena y otro actor le pisa un texto y él se lo tomaba muy a mal, y eso me divirtió. Entonces le dije a Roberto bancame un toque y escribí la obra de un tirón y se lo mostré y fue como bueno… ¡Allá vamos! La idea era esa, volver a trabajar juntos y que sea un desafío tanto para él como actor como para mí como director. Esa fue la premisa ¿No? (lo mira a Roberto)

RP: Si, exactamente. Me llegó el libro y fue instantáneo. Lo leí y… El otro día me acordé, volviendo a repasar un poco la historia, que yo me tardé un poco en responderle, le puse un poco de suspenso a la cosa… (risas) Pero debe ser mi personalidad rumiante, que yo me lo agarré y en mi cabeza yo ya estaba jugando, navegando, pero me había olvidado de decirse a él. A veces me olvido de comunicarle al mundo lo que me está pasando (risas). Pero fue eso, como un goce enseguida. Me divirtió, me emocionó, fue muy espontáneo. Y era muy distinto a lo que veníamos viendo. Entonces cuando él me dijo dame una semana, yo pensé que tal vez estaba trabajando en la versión de esa posibilidad de adaptación y cuando lo vi dije ¿Qué es esto?

RV: ¿En una semana escribiste todo?

ED: No, habrán sido un par de semanas. El primer boceto lo hice en un par de semanas. Porque fue un proceso muy divertido. A mí el mundo de los clásicos me viene acompañando desde chico, adolescente, yo hice muchos clásicos adaptados. Entonces me era un mundo fácil para adentrarme y después me divirtió la premisa, era terminar cada escena sin saber en qué va a seguir. No siempre pasa, pero a veces sí, cuando uno escribe y estás en la calle y tenés ganas de llegar, volver rápido para sentarte a escribir, para retomar. Eso es una gloria, y me re pasó con este material. Me divertí mucho haciéndolo.

RV: ¿Cómo fue el proceso de ensayos? ¿El texto ya estaba definido o se retocó durante los ensayos?

RP: No, el texto ya estaba. Salvo una corrección que hicimos ya estando avanzados, unos recortes.  Un poco fue que ya había una obra que estaba muy bien delineada. Yo a veces, poniendo un poco como ejemplo, digo que es como manejar a 200 kilómetros por hora en las Altas Cumbres, porque hay mucha curva, es muy vertiginoso y hay que girar rápido y en el lugar justo. Y eso que estaba tan pensado y delineado en la obra tenía un por qué. Estaba muy en claro para mí, fue un poco adentrarme en la psiquis de Emiliano, entender cómo era ese enjambre que había hecho para el personaje, entender cómo conectaba. El mapa semántico interno, lo que se dice, por qué, donde vuelve a retomar eso. Entonces había como una especie de T.E.G (juego de mesa de táctica y estrategia de guerra) teatral desplegado que era como un rompecabezas en el que no sobraban piezas, cada piecita tenía su lugar. Tampoco nos quisimos apurar. Arranqué los ensayos con el texto bien sabido porque ya estaba todo ahí. Y tenía las ganas y tome la decisión de decir esto lo quiero aprender ya, necesito que esté firme porque hay tantas cosas a las que tengo que prestar atención que no puedo prestar atención al texto.

ED: Es un texto muy exigido

RV: Tu interpretación supone un desgaste corporal enorme ¿Cómo terminas cada función después de tanto?

RP: Estoy peor ahora (risas) Ahora estoy a punto de la largada, tengo la montaña por delante, y digo tengo que subir allá, tengo que doblar ahí. Pero después como… no ya está (alivio) A disfrutar y después estoy mucho mejor

RV ¿Cuánto tiempo de ensayo tuvieron?

ED: Fueron casi seis meses de ensayo, tres veces por semana. Ensayamos en el Teatro Border, que nos prestaron. No teníamos ni la fecha ni la sala para estrenar. Le dijimos a Sebastián (Ezcurra), nuestro productor, que queríamos ensayar sin fecha y sin teatro, para no condicionar nada. Y a los seis meses empezamos a hacer unos Works in progres, hicimos una función en Lanús, otra en San Martín, después en la Fundación Sagai. Entonces empezamos como a tantear un poco el terreno, más o menos en esa fecha ya sí cerramos el Teatro del Pueblo, esta sala. Cuando estrenamos fue casi un año de ensayo, con mucho recorrido y con muchas pasadas completas, muchas. Entramos acá y ya habíamos hecho muchas pasadas completas y acá fueron como 15 días de ensayo, con luces y todo y la última semana hicimos una pasada completa con luces, sonido y todo, vestuario, humo y todo. Entonces antes de estrenar habíamos hecho por lo menos 10 pasadas así

RP: Claro, eso para nosotros, para nuestro país es un montón. Es como decir organicé el quince de la nena con tiempo, alquilé el auto (risas) Uno está acostumbrado a decir la semana que viene tenemos un quince, busca un auto ya, busca un vestido, busca una nena que cumpla años (risas)

ED: Pero eso nos hizo disfrutar mucho del estreno. Llegamos como queríamos llegar. Obviamente con la inquietud de qué pasara, eso seguro, pero llegar con la tranquilidad de que él conocía el espacio, cómo sonaba. Fue un aprendizaje para todos, para nosotros como compañía, fue como decir mirá esto se puede hacer bien, no corriendo. ¿Quién nos apura? ¿Quién nos está pagando? Si, estábamos invirtiendo nuestro trabajo y nuestro tiempo, pero bueno… era para nosotros.

RP: Todo el proceso de ensayo fue como muy orgánico, atentos, con escucha.

ED: De mucho esfuerzo, pero en ningún momento nos trabamos, y eso que probamos cosas…

RP: Al principio había una advertencia que vos (mira a Emiliano) me dijiste. No te frustres, si no encontramos algo que venga con el tiempo… Y no, nos frustramos

ED: Si pegamos volantazo de decir, donde más luz, dónde más enojado, es decir, la búsqueda.

RP: Siempre la mirada de Emi era renovadora de algo, nunca era la sensación de decir, ¡Uy, me está cambiando todo! Siempre, ha pasado también en las otras experiencias juntos, el aporte ilumina más y da otra posibilidad, además con una comunicación muy rápida que no marea. Hasta el día de hoy, incluso si hay una marca de algo. Siempre algo de lo que dice suma. Yo le digo a los chicos si me olvido de algo díganmelo, porque de una semana a la otra es tanta info que me viene bien. Ojo con esta palabra, repetiste acá. Porque claro, hay pequeñas fugas, mínimas.

RV: Claro, además es una obra extensa, estás solo en escena, interpretas a varios personajes y los personajes de estos… ¿Tenían en mente cómo iba a ser la recepción o la pensaron para algún público en particular? ¿Dimensionaban la repercusión que iba a tener con tantas funciones vendidas y entradas agotadas?

RP: Deseado sí, pero teníamos miedo que quedara para un público muy acotado, muy de teatro.

ED: En un momento yo temí eso, que esto sea solo para nosotros, que nosotros nos descostillemos pero que el resto de la gente se quede un poco afuera. Pero después en el work in progres, en Lanús, nos fuimos felices, terminamos y la reacción fue tan hermosa…  Pero bueno, en realidad está siendo más de lo que soñamos. El teatro es muy mágico, es muy difícil decir por qué una obra es un éxito y por qué un fracaso. Creo que hay algo que gusta del personaje, que lo identifica mucho que es el outsider, ese personaje que está a un costado y no tiene lo que merece, y desde ese lugar todos en algún momento sentimos que no teníamos lo que merecíamos, entonces esa frustración yo creo que identifica. Por otro lado, creo que hay algo que tiene que ver con ver a un actor haciendo un desafío tan grande, de tanto virtuosismo que es muy difícil no emocionarse.

RP: Creo que también Emi, conociendo tanto el mundo del teatro desde chico, supo sacar a la luz algo que es como si hubiera estado en la cabeza de todos. Los que estamos en el medio conocemos y hay mil ejemplos de cada uno de los momentos, y es como algo que estaba emergiendo y él lo pudo poner en palabras. Hay algo de catarsis en ver al personaje. El humor también está presente y al mismo tiempo hace querible al personaje.

Ficha técnica

Dramaturgia: Emiliano Dionisi

Intérpretes: Roberto Peloni

Escenografía: Micaela Sleigh

Iluminación: Agnese Lozupone

Diseño De Sonido: Martín Rodriguez

Realización de escenografia: Giuliano Benedetti

Fotografía: Luis Ezcurra

Comunicación: Alejandro Veroutis

Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia

Asistencia de escenografía: Guadalupe Borrajo

Asistencia de iluminación: Lailén Alvarez

Asistencia de dirección: Juan Jose Barocelli

Prensa: Alejandro Veroutis

Producción artística: Sebastián Ezcurra

Producción general: Compañía Criolla

Dirección: Emiliano Dionisi