Hombres y ratones: el riesgo de añorar la suavidad

c por Marie Alvarez (Fb: @yosoylahermanadeshakespeare)

El programa de mano reza “La Pampa, 1968”. Cinco hombres dispares entre sí y una hermosa mujer, en un imbricado juego de roles donde la opresión, la necesidad y la soledad tensan el poco equilibrio de este contexto campestre. Se presenta en el Portón de Sanchez, CABA.

Inspirada en la novela homónima de John Steinbeck (ganador del premio Nobel de literatura), Lisandro Fiks nos propone una versión vernácula del drama de dos trabajadores rurales, que se conjugan en la gran dupla protagónica.

Jorge lo conoce a Lito hace tiempo y lo protege con la misma lealtad con la que se protegería a un hermano menor (aunque no lo sea). Lito es forzudo pero lento de pensamiento -“opa” es uno calificativos más suaves que le tocan en la obra-. Lito no es malo, pero tiene algo bestial en su comportamiento, cosa que se contrapone a su sensibilidad… esto lo lleva a no medir ciertas situaciones y por eso termina siempre metido en problemas. Jorge, por su parte, siempre acude al rescate del otro; y más avispado que Lito, vislumbra un futuro cercano donde todo va mejor. Ambos peones golondrina viajan juntos (cosa rara, repiten los demás) y tienen un plan: arrendar una chacra y dejar de trabajar para otros.

En esta búsqueda de un porvenir ilusorio, los protagonistas llegan a una estancia manejada impune y vejatoriamente por el hijo del patrón. También está Ordoñez, un viejo con el brazo lastimado que se pasa los días igual que su viejo perro Morito, ocupando espacio. Completa el quinteto de varones “El Polaco”, la mano derecha del patrón: personaje complejo, porque pareciera entender por igual a todos los demás hombres. El Polaco tiene una perra que acaba de parir una camada de cachorros. El patrón tiene una esposa joven y muy bonita, que revolotea por los establos.

En este mundo construido sobre el imaginario del interior casi cincuenta años atrás, se despliega el terror de la violencia y la discriminación de raza, clase y edad (al igual que en el original donde el autor aborda las diferencias entre los polos de ricos y trabajadores, jóvenes y viejos, blancos y negros). En ésta versión, el dramaturgo propone atinadamente como víctimas de la cadena sistemática de opresión a los viejos, a los extranjeros, a los “indios”, que “son todos ignorantes”, y también habla de “peronistas” y “negros de m*****”[1].

En el universo de Hombres y ratones, donde las masculinidades intentan mantener un control prieto sobre sus propias vidas y más aún sobre aquellas que les rodean, gradualmente se hace presente una bruma que los envuelve hasta convertirse en un peso que los pone de rodillas: el miedo a la soledad. En medio de tanta agresión, rudeza y pretensión de cierta apariencia, aflora la necesidad del varón de libertad y de compañía sin que una cosa anule a la otra. De estos personajes podemos barajar una sola cuestión que los iguala: ninguno está conforme con el lugar en donde están ahora. Los peones quieren tener una chacra, trabajar para ellos mismos… “vivir como reyes y no como ratones”. Lito quiere que llegue ese día para tener sus propios conejos.

Lo que vemos es una puesta muy bien pensada, con actuaciones solventes y parejas, donde lo primero que llama la atención es una escenografía funcional a los intérpretes, siendo éstos los operadores de la disposición del espacio. Los pocos –pero certeramente elegidos- elementos que vemos en escena, van siendo manipulados y acompañan los cuadros, que destaco, están perfectamente organizados para narrar la diégesis de esta historia. “El arriero” de Atahualpa en la versión de Divididos sostiene el clima y cierra cada escena a modo de leiv motiv. La iluminación es correcta. La tensión del ritmo que propone el espectáculo y la atención del público no flaquean en los 70 minutos que nos presentan esta pieza.

Si ustedes, como en mi caso, han leído la novela original, deben asistir a la función sabiendo que este es un producto devenido e inspirado en, y que por lo tanto no equivale a. En las reescrituras de un género a otro, es necesario quitar y cambiar partes para poder hacer accesible el material al público teatral de estos tiempos en el formato de una hora aproximada, y esto se agradece. Creo que es una obra valiosa, que como espectadores nos enriquecemos al poder pensar sobre las diferencias y similitudes entre una puesta teatral en relación a una referencia tan pregnante como lo es un texto literario, y en este sentido de análisis comparado se encuentra el ojo del autor en función de los elementos que prioriza y aquellos que convierte o descarta. Como añadido, este espectáculo nos habilita el indispensable cuestionamiento sobre los espacios de opresión, ya sea en un lugar de California o en el interior de nuestro país.

¿Puede la amistad superarlo todo? Para encajar, para seguir siendo funcional al sistema y garantizar la propia supervivencia, el hombre se ve forzado a realizar sus mayores sacrificios como resultado de un entorno despiadado, y aquí reside el gran tema de esta obra. Lito sólo quiere acariciar cosas suaves como conejos, cachorros, ratones o los deseos que no llegan a cumplirse.

 

 

Ficha técnico-artística:

Elenco: Juan Luppi (Jorge), Ramiro Méndez Roy (Lito), Gustavo Luppi (Ordoñez), Lisandro Fiks (Patrón), Sandra Criolani (Mujer), Heinz Krattiger (Polaco)

Dirección: Lisandro Fiks y Gustavo Luppi

Asistencia: Daniel Cáceres

Traducción: Juan Luppi

Versión: Lisandro Fiks

Escenografía y vestuario: Micaela Sleigh

Diseño de iluminación: Lisandro Fiks y Gustavo Luppi

Producción ejecutiva: Juan Luppi y Ramiro Méndez Roy

Fotografía: Franco Alonso

Prensa y Comunicación: Mutuverría PR

 

HOMBRES Y RATONES

Funciones: Viernes a las 23hs

En el Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034, 4863-2848

Localidades: $350.-

Jubilados y Estudiantes: $250.-

Reservas en Alternativa Teatral

https://www.instagram.com/hombresyratonesarg/

 



[1] Aquí la última expresión hace referencia a los llamados “cabecitas negras”.