Un trance hipnótico: La familia Finisterre

c por Marie Alvarez (Fb: @yosoylahermanadeshakespeare)

Siete actuantes[1] en escena. Una madre muerta y una familia que enreda los hechos esgrimiendo una defensa desprolija ante la figura policial. El entramado perverso lo consume todo. Estrenada en Mayo en Quinto Deva (Córdoba). Le quedan dos funciones: el 8 y 9 de Octubre, en el Marco del Festival del Mercosur.

Después de un año viviendo en CABA, tengo un deseo: irme a recibir la primavera a mi ciudad del corazón, Córdoba capital. Saco pasajes, coordino estadía y me armo un itinerario de fin de semana para ver teatro. Quinto Deva, la sala del mítico y siempre recordado Oscar Rojo, que hace años me recibe a mí y a mis elencos, tiene en cartelera una obra con un título y una descripción prometedora y algunas caras conocidas. Contacto a Florencia, quien se encarga del entrenamiento y coreografía de la obra para consultar si puedo ir como critica a ver el espectáculo y a los días me da el ok (¡gracias a las bondades de las redes sociales!).

Voy sola, la antesala está llena. Amo a Quinto Deva, pienso, mientras me dan la entrada. Me encuentro con quién fue uno de mis profesores de la Licenciatura en Teatro: “Dicen que está muy bien”, me comenta respecto de la obra. Hay caras conocidas y hay caras jóvenes que desconozco (deben ser estudiantes, pienso).  Hace frio a pesar de que estamos a punto de cambiar de estación, pero el aire está liviano y fresco con la charla de les que esperamos a que den sala.

Ingresamos. El elenco ya está en escena y apenas vemos sus siluetas. El tono de toda la pieza se devela muy pronto: hay algo macabro que causa risa, hay mucha música, pronto vendrá el desborde.

Teatro Cordobés independiente en su máxima expresión, pienso, probablemente antes llegar a los diez minutos desde el comienzo de función. Un juego de comedor y una lámpara colgante es todo lo que hay en escena, y realmente es todo lo que se necesita; hay tanto talento en el equipo que desborda el espacio escénico. La iluminación construye lentamente la atmosfera sin excederse. La recapitulación de la historia acerca de lo que ha pasado comienza a configurarse en las palabras de les actuantes. Luego, no pienso más. El espectáculo me lleva al ritmo de su propia música y no tengo como negarme a seguirles el juego. Podría tratarse de una muerte, pero esta obra es una fiesta.

La madre ha muerto y las circunstancias no están claras (como nada a primera vista en esta familia). Un investigador desprevenido ingresa a la casa familiar a intentar develar la verdad. El padre hace su mejor esfuerzo pero el control se escapa de sus manos, la tía evangelista tiene un pasado para ser tachado, la hija medio médium (que es como una Cassandra que canaliza información desordenada desde el más allá) y los mellizos que no se parecen en nada (uno sádico; el otro impostor con múltiples personalidades, casi como el protagonista de la película “Fragmentado” (Split), al cual Gallo se le parece incluso físicamente). La familia dilata el interrogatorio y enmaraña las respuestas. Muy de a poco y entre cuadros que incluyen canciones interpretadas en vivo, música y cuerpos que se exorcizan bailando, las terribles pequeñas verdades se van descubriendo. Las verdades, en definitiva, tampoco importan tanto. Cada personaje tendrá su momento para quitarse las capas. La mamá fantasma deambula como ánima en pena defendiendo su hogar y con su sombra recorre todos los rincones. Hay textos e imágenes escabrosas, pero necesarias. El rito sigue. Al llegar al final, algo cambia para siempre.

Los cuerpos reverberan y el ensamble que logran los demás sistemas es totalmente extático. Hay una mística colectiva en la escena -que probablemente hable de una química del equipo fuera de escena- que se contagia a la sala. Intuyo, lo colectivo ha tenido mucho peso en el proceso, amén de que haya especialistas en cada área. Hay que resaltar sin duda el sonido, lo vocal, los efectos sonoros amplificados; hay que resaltar el trabajo increíble del iluminador que genera climax visuales donde realmente pareciera que estamos vivenciando un fenómeno paranormal digno de la estética de los ‘80s, vemos incluso el vórtice hacia otra dimensión, animado por el espíritu de esta madre muerta; hay que resaltar el virtuosismo de este elenco de bestias escénicas que actúan, bailan y cantan (la voz de Delfina Díaz Gavier es preciosa) y aunque todes en escena entregan interpretaciones completas, quiero destacar el trabajo de Ana Ruiz. A la dirección de esta obra no hay nada que decirle, más que es impecable. La familia Finisterre es como “Los locos Addams” de la escena contemporánea.

Sin duda alguna y al margen de mi subjetividad, Córdoba es una casa de inmenso talento escénico. Esta obra es prueba de ello. Recomiendo sin duda seguirles en las redes y si hacen más funciones, agendarse una cita obligatoria.

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Ficha técnico-artística:

En escena: Ana Ruiz, Delfina Díaz Gavier, Eduardo Rivetto, Eva Bianco, Jorge Almuzara, María Grazia Gianola y Maximiliano Gallo.

Montaje Sonoro: Patricio Tosco.

Diseño Lumínico: Franco Muñoz.

Fotografía: Laura Zanotti.

Diseño Gráfico: Santiago Guerrero.

Entrenamiento Físico y Coreográfico: Florencia Baigorrí.

Producción: Julieta Lazzarino | en coproducción con la sala Quinto Deva a través del Programa El texto en escena.

Asistencia de Dirección: Paula Olaechea.

Dramaturgia y dirección: Elisa Gagliano.

 

Fotos: Lali Zanotti y Laura Lencina

 

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FUNCIONES: 8 y 9 de OCTUBRE – 21 Hs – Quinto Deva (Pasaje Agustín Pérez 10).

[1] La autora propone este término para denotar tanto a actores como actrices.